Cameron busca evitar que los «tories» sigan la ruta de Johnson La Unión Europea no hará campaña a favor de la permanencia

rita álvarez LONDRES / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Afp

Dice que el resultado del referendo será irreversible y que el Reino Unido no podrá dar marcha atrás

23 feb 2016 . Actualizado a las 08:19 h.

Sabedor de que muchos miembros de su partido no seguirán sus pasos en el referendo sobre la Unión Europea, el primer ministro británico, David Cameron, intentó meterse ayer en el bolsillo a los diputados de otras formaciones alertándolos de que romper con Bruselas supondrá un «salto al vacío» pues el país no tiene un plan alternativo mejor. Los mercados salieron en su apoyo. La libra esterlina sufrió su mayor caída con respecto al dólar desde 2009 al cotizar a 1,4107 dólares, lo que supone un aviso de que el dinero no quiere el divorcio con Europa. La agencia de calificación Moody?s advirtió por su parte que «los costos económicos de la decisión de dejar la UE pesarían más que los beneficios económicos».

Hasta el momento se calcula que 104 parlamentarios conservadores quieren abandonar la Unión, incluidos siete ministros, frente a 116 que quieren permanecer dentro. Esta división condicionó la intervención del primer ministro en los Comunes, ya que le exigió concentrar todos sus esfuerzos en evitar que nadie más de los suyos apoye el brexit. Lo hizo con el argumento de que, si prospera el no en la consulta, no habrá una segunda oportunidad para dar marcha atrás y enmendar las desventajas que supondría la decisión. Según dijo, el resultado será «irreversible».

Cameron dejó claro que no busca la reelección al frente del país y que su agenda está basada en «lo que es mejor para Reino Unido». Sintiéndose aludido, el alcalde de Londres, Boris Johnson, partidario de la salida y principal candidato a sucederle al frente de los tories, intentó llevar al premier a su lado de la argumentación y le preguntó por la recuperación de la soberanía británica que cree perdida en la actualidad.

Para algunos, Johnson pone su ambición política personal por delante de la de su partido al hacer campaña por la salida, pero el alcalde rechazó tajantemente esta sugerencia. En la columna semanal que escribe en el diario The Telegraph, afirmó que «toda la historia de la UE dice que solo escuchan de verdad a una población cuando dice no». Cameron intentó de nuevo desactivar la posición de su rival explicando que Reino Unido tendrá a partir de ahora «un estatus especial» en la UE que garantiza que nunca se convertirá en un súper Estado europeo.

Desde el banco de enfrente, el líder laborista, Jeremy Corbyn, se alegraba de que «se haya terminado el acto secundario teatral» de la negociación hecha por Cameron en Bruselas y defendió que desde su partido se hará un «argumento real de los beneficios» de ser un país miembro de la UE, una postura que ahora tiene clara pese a haber votado en contra en el primer referendo sobre este asunto celebrado en los 80.

Mientras los eurófobos, liderados por el siempre controvertido Nigel Farage, ven en la consulta «una oportunidad única en la vida para cambiar nuestro futuro y salir de la UE». Farage acusó a Cameron de pensar que los británicos no son «lo suficientemente buenos para negociar nuestras propias ofertas comerciales globales». También se refirió a la consulta del 23 de junio en las redes sociales, donde escribió que «el freno de emergencia» de Cameron podría ser derribado por el Parlamento y el Tribunal de Justicia Europeo. Se hacía eco así de la opinión de funcionarios y expertos legales que creen que el paquete de nuevos recortes en los beneficios para los inmigrantes podría ser vetado por el máximo tribunal europeo alegando que es discriminatorio.

La Unión Europea no hará campaña a favor de la permanencia

«Hemos llegado a nuestro límite. Aquí tienes el acuerdo. Ahora te toca a ti, David». Conciso y contundente, así es el sentir de Bruselas, que ha arriesgado y mucho para evitar la salida de Reino Unido de la UE. Ayer, la Comisión anunció que no hará campaña por el sí al considerar que su papel de mediador terminó en la cumbre del viernes. «Es la hora de los británicos, son ellos quienes deben decidir, recalcó el portavoz del Ejecutivo comunitario