El deshielo entre EE.UU. e Irán aviva la tensión con Israel y Arabia Saudí

La Voz REDACCIÓN

INTERNACIONAL

TIMA | Reuters

El respaldo de Obama fuerza una nueva relación con sus aliados en Oriente Medio

18 ene 2016 . Actualizado a las 08:27 h.

La aplicación del acuerdo nuclear internacional con Irán marca un avance en el cauteloso acercamiento entre Washington y Teherán, pero implica un aumento de la tensión con los dos aliados históricos de Estados Unidos en la región, Israel y Arabia Saudí, en un escenario inédito que, afirman los observadores, cobija un intento de la Administración de Obama de generar un nuevo equilibrio en Oriente Medio.

El presidente iraní, Hasan Rohaní, en una comparecencia en televisión en la que subrayó la voluntad de su país de abrir «una nueva página con el resto de mundo» y «dejar atrás todas las hostilidades, sospechas y complots», lanzó un claro mensaje al resto de la zona. «El acuerdo nuclear no va en contra de los intereses de ningún país. Los amigos de Irán están felices, pero sus adversarios no deben estar inquietos. Irán no es una amenaza para ningún país, es un portavoz de la paz, de la estabilidad y de la seguridad en la región y en todo el mundo», agregó el ayatolá, muy fortalecido frente a los conservadores en clave de política interna para las elecciones parlamentarias del 26 de febrero. Barack Obama coincidió en que tras este acuerdo «Estados Unidos, la región y el mundo estarán más seguros» y, aunque advirtió que su país permanecerá «vigilante» respecto a la república islámica -ayer mismo le impuso nuevas sanciones-, subrayó la trascendencia de «prevenir que Irán obtenga un arma nuclear y, lo más importante, haberlo logrado gracias a la diplomacia, sin arriesgarnos a otra guerra en Oriente Medio».

Israel reacciona

La reacción de Israel no se hizo esperar. El primer ministro Benjamin Netanyahu aseguró que Irán no ha abandonado sus aspiraciones de tener una bomba atómica y que el fin de las sanciones le proporcionará más recursos para sus «actividades agresivas y terroristas (...) La política de Israel -resumió el mandatario- seguirá siendo la misma. No dejaremos que Irán obtenga un arma nuclear».

El acercamiento entre Washington y el régimen chiíta alimentará inevitablemente la paranoia de las monarquías sunitas del Golfo, tradicionalmente estrechas aliadas, y de forma acusada de Arabia Saudí. Más allá de las guerras en Siria y Yemen, donde las fuerzas respaldadas por Riad luchan contra las fuerzas respaldadas por Teherán, una paz regional abarcadora solo podría darse cuando ambos estados construyan una relación de confianza. Y, más allá de las ambiciones de Washington, las potencias regionales rivales están muy lejos de eso.

Ayer, en el primer día tras el anuncio del acuerdo, mientras llegaban a Ginebra tres de los cuatro prisioneros irano-estadounidenses liberados por Irán en el marco del intercambio con siete iraníes presos en Estados Unidos, la perspectiva de la entrada de Irán en un mercado con abundante oferta y el precio del barril por los suelos provocó una fuerte caída de las bolsas de los países petroleros del Golfo, en especial la de Arabia Saudí, la mayor de la región.

El levantamiento de las sanciones reportará a Teherán más de 90.000 millones de euros

El levantamiento de las sanciones permitirá a Irán disponer de unos 100.000 millones de dólares (algo más de 91.000 millones de euros) en activos que se encontraban bloqueados en todo el mundo. Estados Unidos anulará las restricciones sobre sectores económicos fundamentales para la república islámica, como el petrolero, el gasístico o el financiero, y a mayores abonará a Teherán 400 millones de dólares de deuda y 1.300 millones de intereses contabilizados desde la revolución islámica. Esta cantidad -«mucho menor que la que Irán pretendía», apuntó ayer Obama- tiene su origen en un pleito presentado por Irán en un tribunal de La Haya en 1981, que quedaría cancelado tras el acuerdo del sábado. Washington rompió las relaciones diplomáticas con el Estado iraní en 1979 después de que los revolucionarios islámicos liderados por el ayatolá Jomeini atacaran su embajada en Teherán, con la toma de 60 rehenes liberados 444 días después, por el respaldo estadounidense al régimen del Sha Reza Pahlevi. Dos años más tarde, Teherán presentó la demanda para obtener los pagos de los recursos retenidos por Washington tras el triunfo de la revolución.