Túnez: celebración con sombras

Juan Carlos Martínez REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

MOHAMED MESSARA | EFE

La fiesta del quinto aniversario de la democracia se ve empañada por el terrorismo y la crisis económica

15 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Miles de tunecinos se lanzaron ayer a las calles para celebrar el quinto aniversario de la caída del dictador Ben Ali y apoyar la reconquista de las libertades, en el único país de los 22 pertenecientes a la Liga Árabe regido por un Gobierno democrático.

La fiesta, una exhibición de esperanza y de patriotismo, como podía verse en los miles de banderas nacionales que portaban los ciudadanos, no oculta las graves tensiones y amenazas que sufre el país. Túnez alberga una sociedad diversa, en la que conviven el laicismo con la tradición islámica, que lucha por superar las tensiones políticas, por fortalecer una frágil cultura democrática y por sobrevivir a la acuciante crisis económica, en gran parte causada por el hundimiento del turismo a raíz de una creciente actividad criminal de los yihadistas.

Terrorismo en alza

El año pasado, Túnez sufrió tres grandes ataques terroristas. En marzo, 23 personas murieron ametralladas en el museo del Bardo, en la capital. En junio, otro ataque con fusiles de asalto acabó con la vida de 38 turistas en un hotel de la playa de Susa. A finales de noviembre, un atentado suicida contra un autobús de la guardia presidencial en pleno centro de la capital causó 13 muertes. La escalada es evidente. En el 2013 murieron en el país 22 personas víctimas de atentados yihadistas; en el 2014 la cifra subió a 36 y en el 2015 pasaron del centenar. Los analistas concuerdan en que la excepción tunecina al fracaso generalizado de las primaveras árabes ha convertido a este país en objetivo preferente de los grupos terroristas que quieren reconvertir las naciones del islam en teocracias autoritarias.

Hay otros factores que explican el auge del yihadismo, y no solo externos. Durante la dictadura, los fundamentalistas sufrieron una dura represión; con el triunfo de la revolución del 2011 se concedió una amnistía general que favoreció también a antiguos militantes de Al Qaida. Su proselitismo ha sido eficaz: Túnez destaca en el Magreb como uno de los principales exportadores de soldados fanáticos a Siria para apoyar a Dáesh.

Desencanto

El Gobierno no ha podido reaccionar eficazmente contra esta amenaza. Carece de experiencia en materia antiterrorista y está recibiendo una respuesta desconfiada de buena parte de la población. La ley antiterrorista aprobada precipitadamente poco después del atentado de Susa es ambigua en cuanto a la definición del terrorismo y del terrorista e incrementa los períodos de detención cautelar de seis a quince días. Los más fervientes defensores de la evolución hacia la democracia consideran que puede ser un instrumento dictatorial en manos de una clase política en la que percibe una deriva autoritaria.

«Creo que la revolución ha sido traicionada por los partidos políticos», señalaba ayer a Efe Rami Esgaid, uno de los jóvenes que participaron en la sentada de la Kasba en el 2011. «La gente de la revolución ha sido marginada y no participa en la toma de decisiones políticas». Para este sector de la ciudadanía, el Gobierno ha abandonado los esfuerzos por mejorar la calidad democrática del país, sentimiento que persiste a pesar de la concesión del nobel de la Paz a Nidá Tunis, el partido del presidente Essebsi, el año pasado.

Desde el exterior se comprende mejor la concentración de esfuerzos en la lucha antiterrorista. Los yihadistas dirigen sus ataques contra las zonas turísticas, y así han hundido una industria que aportaba entre el 7 y el 10 % del PIB tunecino, un peso similar al que tiene esa actividad en España, donde alcanza en torno al 11 % del PIB.

Según fuentes oficiales, el negocio turístico ha caído a la mitad de lo que suponía hace cinco años. Esto ha agravado una crisis económica en la que también influyen la inestabilidad y la pérdida de mercados vecinos. Tras la fiesta de aniversario, los tunecinos regresarán hoy a una realidad complicada.