Sangre junto a la Mezquita Azul

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

13 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Es evidente que el terrorista que atentó ayer en Estambul buscaba matar extranjeros. Por eso se dirigió a las proximidades de la Mezquita Azul («tan hermosa que las gaviotas no se atreven a posarse en ella», dice un viejo poema). Allí, en plena zona turística, no tuvo más que detonar su bomba junto a un grupo de personas que hablaban una lengua extranjera.

El Estado Islámico ya había golpeado Turquía el año pasado en varias ocasiones, pero su objetivo ha sido hasta ahora la comunidad kurda (atentado de Suruç, 33 muertos) o la población civil turca (atentado de Ankara, 102 muertos). En esta ocasión se trataba de golpear a Occidente, y quizás también a la industria turística turca. De ser así, desgraciadamente, cabe esperar nuevos atentados en otras localidades muy visitadas por extranjeros, como Antalya o Bodrum.

Esta beligerancia del Estado Islámico con Turquía es una muestra de hasta qué punto nos encontramos ante una organización intransigente, incluso para lo se puede esperar de un grupo terrorista. Aunque sería injusto calificarla de aliada del Estado Islámico, Ankara ha sido extremadamente tolerante con los yihadistas sirios en general, y hasta cierto punto con los del califato. De forma pasiva, ha servido de puerta de entrada de armas y voluntarios, y de puerta de salida de su petróleo hacia el mercado negro. De manera activa, Turquía ha obstaculizado en lo posible la resistencia de las milicias kurdas frente al Estado Islámico. Ha llegado incluso al extremo de enfrentarse militarmente a Rusia para ayudar a los rebeldes sirios. Nada de todo esto ha sido suficiente para garantizarle la inmunidad. Basta que le haya permitido a Estados Unidos utilizar la base aérea de Incirlik en sus ataques contra el Estado Islámico para que este le haga sentir su ira. Está claro que el califato no solo es un mal enemigo; tampoco es un buen amigo.

La relación será todavía peor, seguramente, después de este atentado, pero no es probable que el Gobierno turco abandone por ello su lista de prioridades. En esa lista, el primer ítem sigue siendo la lucha contra el nacionalismo kurdo, hacia donde apuntan sus servicios de seguridad y toda su geoestrategia. Y mientras ese foco no se dirija al terrorismo del Estado Islámico, atentados como el de ayer serán más difíciles de evitar.