La guerra de Siria pintada en Galicia

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

INTERNACIONAL

CESAR QUIAN

Ali Ali vuelca en tela la destrucción que le relata su familia, atrapada en el conflicto

13 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Nació en un lugar en el que estaba el paraíso, en la vetusta Mesopotamia. Su aldea, Khatounie, en la provincia siria de Al Hassake, ha desaparecido bajo las bombas. «Había un lago, que es como una leyenda, un oasis en medio del desierto, con animales a su alrededor, era muy bonito». Ali Ali (1974) lo evoca en el bajo donde pinta, en el barrio coruñés de Monte Alto. Fue una infancia feliz que plasmó en el cuento Sulimán y Salúa (Trifolium), lleno de aquellos idílicos personajes de su niñez y con el texto de Fernández Naval.

Sus padres siguen en Siria, «no tienen nada pero salvaron sus vidas, que ahora es allí el único objetivo». Están en su pueblo, en casas de vecinos, bajo el Estado Islámico. Aunque cuando hay bombardeos tratan de irse a la ciudad, «a casa de uno de mis hermanos». Y es que la mitad de su familia está bajo el Daesh y la otra mitad, en el otro lado. Solo dos sobrinos han logrado escapar hasta Alemania, «pero es muy difícil salir, necesitas muchos medios. ¿Quién queda en Siria? Solo los asesinados y las milicias que están combatiendo...».

Un cambio en su obra

Ali, que estudió Bellas Artes en Damasco, lleva once años en Galicia y hasta ahora huía del tema de la guerra en sus trabajos artísticos. «Mi obra es alegre, me encanta el color... Siempre soy optimista; quiero transmitir esperanza, que hay cosas muy bonitas en el mundo». Durante cinco años ha intentado alejarse del conflicto «hasta que perdí a mucha gente de mi familia, perdí a muchos amigos y como vivo todo eso en mi taller, pues llegó un momento en el que vi que lo mejor era integrarlo en la obra, ponerlo sobre la tela y descargar la presión». Lo cuenta mientras música de su país suena de fondo. Le gustaría exponer estos cuadros, junto con «una instalación y una performance; la idea está clara, falta el espacio...». En realidad no falta, porque piensa que el Kiosco Alfonso, de A Coruña, sería el lugar ideal para estos lienzos de dos por dos metros. Es un proyecto para el próximo año porque aún tiene pocos cuadros. «El arte al final es un mensaje, tiene que ser una llamada de atención, sensibilizar a las personas a través de él, es una forma de educar a la gente, que vea lo que está pasando».

En uno de los lienzos casi acabados solo se ven cabezas heridas. «Eso es un francotirador» explica este artista que llegó a España en el 2002 como invitado a la Feria Stampa de Madrid «para representar a mi país, Siria». Al acabar, desde la Fundación CIEC de Betanzos le propusieron impartir un taller «y después me ofrecieron una beca para hacer un máster sobre obra gráfica y después un trabajo... Y aquí, todo por casualidad».

Antes de salir de Siria, tras estar varias veces en la cárcel «por manifestaciones», realizó una serie de obras, la «etapa oscura», que expuso en Japón y en las que reflejaba la falta de libertad que había en el país. «Yo, como mucha gente joven, abandonamos Siria porque no había oportunidades con aquel régimen, aunque había paz». Ahora, hay guerra y Ali Ali la está pintando desde Galicia.