La muerte de Zahran Alush amenaza las negociaciones de Siria

laura fernández palomo AMÁN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

BASSAM KHABIEH | REUTERS

La evacuación de civiles y rebeldes en tres barrios del sur de la capital ha sido suspendida

27 dic 2015 . Actualizado a las 10:41 h.

La muerte del cabecilla del Ejército del Islam, miembro de una destacada familia de la localidad de Duma y conocido líder entre la insurgencia contra el presidente sirio Bachar Al Asad, desató sentimientos encontrados. Zahran Alush, que ya ha sido sustituido por el jeque Abu Hamam Esam Albuidani, era una de esas figuras que genera interrogantes sobre la oposición.

Líder de uno de los grupos más compactos y eficientes contra el régimen, su tendencia salafista propició también dudas entre los grupos de corte democrático que, aun exiguos, todavía se mantienen y reivindican con convicción la secularidad en las negociaciones de paz. Alush era por tanto necesario y polémico al mismo tiempo. Su muerte por los bombardeos de la aviación rusa no provoca pena ni júbilo, sino preguntas. Si el enemigo prioritario de los bombardeos está siendo realmente el grupo terrorista del Estado Islámico (EI) y, entonces, cómo incluir las aspiraciones islamistas del tipo de oposición que lideraba Alush.

A la embestida siguió de inmediato la suspensión del primer acuerdo promovido por Naciones Unidas entre el Gobierno sirio y los rebeldes para evacuar a miles de civiles y yihadistas de tres barrios del sur de Damasco. Fuentes oficiales aseguran que se trata de un retraso por causas logísticas y no de una cancelación, pero los expertos intuyen que la muerte de Alush amenaza las negociaciones de paz que deberían comenzar en enero en Ginebra. El acuerdo tenía como objetivo poner fin a la presencia de combatientes del EI en las cercanías de la capital. Los rebeldes habían aceptado destruir su armamento pesado.

Los términos de la evacuación preveían la salida de 4.000 personas, tanto civiles como combatientes del EI y del Frente Al Nusra, filial siria de Al Qaida, desde del campo de refugiados palestinos de Yarmuk y de los barrios de Qadam y Hajar al Aswad. El destino para los milicianos era Raqa, la «capital» de facto del EI, y Marea, en la provincia de Alepo, administrada en su mayor parte por Al Nusra y otros grupos insurgentes de corte islamista radical.

La organización Ejército del Islam, de corte salafista y vinculada a Arabia Saudí, controla la mayor parte de la periferia este de la capital, bombardeada asiduamente tanto por las fuerzas gubernamentales como por la aviación rusa. Aunque en un principio el Ejército del Islam manifestó su apoyo al EI, pronto se desvinculó buscando una imagen más moderada. Pero su animadversión contra la rama alauí del régimen los ha mostrado utilizando a civiles alauíes y a soldados sirios como escudos humanos para evitar los bombardeos. 

Amenaza a Israel

En la lucha que mantienen diversos frentes, ayer la coalición kurdo-árabe conocida como Fuerzas de Siria Democrática (FSD) recuperó siete pueblos además del control de la ribera oriental de la presa de Tishrin, en Alepo, de manos del EI. Según Efe, el líder de este grupo, Abu Bakr al Bagdadi, amenazó a Israel, al que advirtió de que sus combatientes se están acercando, en un mensaje de audio emitido en foros yihadistas y cuya autenticidad no pudo ser comprobada.