«El gobierno de Venezuela tiene un concepto miserable del pueblo»

INTERNACIONAL

Julio Á. Fariñas

El humorista y politólogo Laureano Márquez dice que los resultados del 6-D no son una prueba de la madurez política del pueblo venezolano sino consecuencia del hambre que llamaba a sus puertas.

20 dic 2015 . Actualizado a las 10:09 h.

Es humorista de profesión pero politólogo de formación -licenciado en Ciencias Políticas- y de vocación. En su cuenta de Twiter tiene más de dos millones de seguidores y sus actuaciones en directo suelen desbordar el aforo previsto. Desde los escenarios y en sus cartas semanales publicadas en el semanario Tal Cual es  uno de los críticos más incisivos del régimen político imperante en Venezuela desde hace  casi dos décadas.

-¿Le han sorprendido los resultados del 6-D?

-No, pero no son una prueba de madurez política, fue el hambre la que tocó a la puerta del venezolano. Como yo no soy político ni estoy adulando al pueblo para que vote por mí, puedo decirlo. Nosotros realmente no somos un pueblo políticamente maduro, a pesar del nombre de nuestro presidente. Sí fuésemos un pueblo con un nivel de conciencia política alta, no habríamos permitido tanto tiempo esto. El sistema político que tenemos se ha montado sobre esa plataforma. El Gobierno  es consciente de la falta de madurez política de la gente. Si no fuese así, no le diría que le van a dar un pernil por un voto o no le reclamarían diciendo: ustedes son unos traidores porque no votaron por mí. Eso es una cosa miserable.

-Pero el chavismo se autodefine como una revolución popular.

-El poder actual, el gobierno de Venezuela tiene un concepto miserable del pueblo. Y creo además que lo ha hecho miserable para dominarlo por la miseria y por el hambre. Le ha querido comprar su conciencia al precio de su hambre. Lo que me parece asombroso no es que la oposición obtuviera el porcentaje de votos que tuvo. Lo que más me sorprendió fue que el gobierno o Maduro consiguiesen un 40 %. Eso es una cantidad exorbitante para alguien que ha puesto una torta del tamaño de la torre Eiffel.

-En una de sus ultimas cartas de los viernes dice que «no ganó la derecha a la izquierda, sino que ganó la idea de que la sensatez debe imponerse, triunfó el sentido común de supervivencia de un pueblo que ve lo que se le viene encima». ¿Es realmente de izquierdas el chavismo?

-Para empezar, esta gente que se dice de izquierdas se me parece más a Pinochet que los que gobiernan en Suecia, Noruega o Chile. Este es un gobierno autoritario. Pienso además que los tiempos en los que estamos viviendo en el mundo, el término derecha o izquierda a mí particularmente ha comenzado a importarme poco. Lo que me cautiva de los líderes políticos es la coherencia y sensatez de su discurso, me importa menos su ubicación ideológica.

-La oposición no siempre se ha caracterizado por su sensatez. ¿Será capaz de afrontar con éxito este nuevo reto con un país al borde del precipicio?

-Creo que sí va a estar a la altura de las circunstancias, por la presión de las circunstancias. Lo que está en juego es de tal magnitud que si la oposición no está a la altura se hundirá. Estamos en un buque que si se hunde, se irán al fondo todos los que están dentro. Lo que está haciendo el oficialismo es como si el capitán del Titanic, en vez de trabajar en la salvación del barco se dedicase a bombardear otras zonas del mismo para que se hunda más rápido y,  además, acusa a los que están tratando de salvarlo de que lo están hundiendo.

-¿La oposición es tan de derechas como dice el Gobierno?

-La oposición no es un bloque unitario, no es la derecha. Hay gente de derechas, gente de centro y gente de la izquierda democrática coexistiendo. 

-¿Cree que la nueva mayoría tiene claro su papel en el momento actual?

-Me parece que deben entender varias cosas. Una, que hay que contener a los radicales. No se puede llegar sacando a Maduro del poder, porque eso resquebrajaría más el sistema político venezolano, salvo que Maduro obstaculizara de tal manera el funcionamiento de la democracia en el país que la Asamblea se vea obligada a utilizar los recursos constitucionales para sacarlo. Por otro lado, la gente está angustiada por los problemas y ha sobrevalorado la elección de la Asamblea, que no es el Gobierno. En enero cambiarán algunas cosas, pero las riendas del país siguen en manos del Gobierno. Las cosas podrían cambiar si  se abrieran al diálogo, pero las señales que ha dado Maduro no son esas, más bien al contrario, ha amenazado con radicalizarse. Hay que esperar a enero para ver cómo se resuelve la transición. La oposición tiene un reto y una oportunidad para ganarse todavía más el alma nacional. Para eso debe mantener la unidad a toda costa y formular un proyecto de país desde el Parlamento..

-Al oficialismo, salvando las distancias,  le  pasó algo parecido a Pinochet con el plebiscito de 1988. Pinochet dejó una economía saneada y este no es el caso.

-Todas las dictaduras son inaceptables, pero los criterios económicos de los dictadores que se dicen de derechas son distintos de los que se dicen de izquierdas y no dejan las naciones tan devastadas desde el punto de vista económico como las dejan desde el punto de vista de los derechos humanos. La Venezuela de Pérez Jiménez tampoco quedó destruida. Obviamente, esto no justifica ninguna dictadura. El progreso se puede y se debe alcanzar en democracia. Lo que ha vivido Venezuela en estos años, además de una dictadura, ha sido una destrucción y un latrocinio.

-¿Qué cuerpo le ha dejado el ser testigo de la llegada al poder por las urnas hace 17 años de un uniformado que antes lo había intentado, sin éxito, por las armas?

-Desde aquel momento hice todo lo que pude por advertir en los espacios donde me he movido de lo grave que era eso para Venezuela. No solo por haber hecho antes una intentona golpista, que ya es grave, sino por el hecho de las cosas que anunciaba que iba hacer. Eran cosas terribles y las hizo. Chávez llegó al poder a manejar Venezuela como un cuartel y con un ego muy grande que le hizo creer que su proyecto político individual era un proyecto político del país. No se conformó con ofrecer una opción política más, sino que llegó como la Venezuela definitiva.

-De los políticos que entonces apoyaron su proyecto no siguió ninguno a su lado.

Si nos ponemos a ver las bases programáticas, todo aquello contra lo que Chávez insurgió, con él se volvió en tragedia extrema. Chávez decía que en Venezuela había tribus judiciales, con él había solo una tribu, la suya. Chávez insurgió contra los gobiernos corruptos de la IV República, que era juego de niños al lado de lo que han robado estos señores. Insurgió contra la arbitrariedad y el abuso de poder y lo que hemos tenido en ese aspecto es increíble.

-Él pareciera que no murió pobre y que no se olvidó de mirar por sus ascendientes y descendientes. 

-No se me olvida que cuando Chávez llegó al poder le hicieron una entrevista a su mamá en una casa muy humilde, vestida con una bata muy sencilla, con pantuflas. Eran de una clase media baja, bastante popular. Hoy día esa señora, la manera como se viste, como lleva anillos en sus dedos, las mascotas que tiene, los lugares donde habitan... Eso no se puede lograr con un sueldo de gobernador de Estado. Yo gano más que un gobernador y no me da para tanto, no me dan las cuentas. Cómo un general que gana menos que yo, puede tener un avión privado. Fue un gobierno sin ningún tipo de control administrativo. El problema no es solo lo que han robado, sino lo que han mal administrado.

-Llama la atención que los que dicen ser corrientes críticas del chavismo, en realidad son críticos con madurismo pero salvan al difunto.

-Chávez tuvo la fortuna de morirse sin pagar las consecuencias de su mala política. Maduro pagó los platos rotos de Chávez, aunque él también rompió los suyos, los que quedaban. Era patético ver el otro día en una rueda de prensa a Giordani,  que fue el autor intelectual del crimen, denunciando la actual situación. Creo que el poder produce una especie de ceguera en la gente. 

-¿Cuánto tiempo cree que le queda a Maduro en el poder?

-Un tiempo incierto, no creo que le quede mucho. Podría suceder que le sacase incluso su propia gente, pactando una transición con la oposición. Para mí ese sería el escenario ideal.

-¿Pudieran llegar incluso a inhabilitarle?

-Creo que si su nivel de desquiciamiento sigue aumentando, ese escenario no es descartable, que lo inhabiliten por incompetencia mental para gobernar. Pienso que antes de que eso suceda desde dentro buscarán una manera de sustituirlo.

-¿Cuánto tiempo cree que el cambio tendrá un reflejo concreto en la vida cotidiana de los venezolanos?

-Eso es difícil de evaluar. En algún momento pensé que la gente podría aguantar mucho menos, pero ha aguantado demasiado. Hasta podría seguir aguantando. Por ello es indispensable que se envíen señales de que esto está cambiando para bien. Si no, lo que puede pasar es que la gente pierda la paciencia y esto termina en en un caos social.

-El 20-D  en España la cuestión será bipartidismo sí o bipartidismo no. Si te vieras en el pellejo de Rajoy o de Pedro Sánchez, con quien arreglarías un matrimonio de conveniencia, con Pablo Iglesias o con Albert Rivera?

-Sin duda con Rivera. Me parece que esa gente tiene un nivel de sensatez mucho mayor que los de Podemos .

EL PARADIGMA DEL HUMOR SERIO

Laureano Márquez es un canario que hizo las Américas de otra manera muy diferente a la mayoría de sus paisanos. «Mi padre -recuerda- proviene de Tenerife, de la agricultura, yo llegué con 7 años y me hice de aquí plenamente, porque a esa edad son pocos los recuerdos de España».

Estudió Ciencias Políticas, pero como por ahí no encontró trabajo, probó suerte con el  humor en Radio Rochela, un programa cómico muy importante en Radio Caracas Televisión, el canal que cerró Chávez. «Importante -explica- porque era el programa más viejo de la televisión venezolana. Era un programa en el cual se hacían parodias políticas y de todo tipo». 

Empezó  como guionista en el año 1986. Luego también trabajó como actor. «Todo esto -aclara- me lo tomé como algo provisional. Siempre traté de hacer algo serio en la vida, pero no me deja. Lo asumí, me quedé en esto y trato de hacerlo lo más serio que pueda».

Admite que es el paradigma del humor serio. «He ido desarrollando un estilo que se parece a mí y mis angustias. A veces incluso demasiado serio para mi propio gusto. Hay momentos en los que cuando escribo un artículo me digo a mí mismo que debería ser más gracioso porque soy humorista, pero escribo como me sale. Hay días que incluso me sale dramático y la gente llora. Pienso que el humor y el llanto están muy emparentados. Decía un escritor español, que el humor tiene que tener gracia, verdad, bondad y poesía».