El temible jefe militar del IRA, condenado por fraude fiscal

Íñigo Gurruchaga LONDRES / COLPISA

INTERNACIONAL

El veredicto de culpabilidad dictado por los tres jueces de ciñe a un delito menor, el de no haber pagado impuestos por los beneficios de su comercio de ganado

19 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando el granjero Thomas Murphy entró en el Tribunal de Distrito de Dundalk, la mañana del 14 de noviembre del 2007, los inmigrantes africanos que recibían allí el certificado de ciudadanía tenían razones para lamentar que sus instituciones hubiesen decidido rodearlos de sus más temibles delincuentes para acogerlos en la sociedad común. Los conocedores de la biografía del hombre conocido como «Slab» podrían extrañarse también de la apariencia atildada de quien ha sido nombrado en numerosas ocasiones como el jefe de Estado Mayor del IRA. Lucía gorra campesina y un pantalón beis de tergal que no casaba con el frío invernal. Murphy no tuvo que hablar en aquella vista. Y tampoco en la que tuvo lugar el jueves en el Tribunal Penal Especial de Dublín, en donde desembocó el caso iniciado ocho años antes.

En 2007 respondía a la acusación de haber cometido un enorme fraude fiscal, descubierto tras la requisa de su granja, en la que se habrían hallado evidencias de contrabando de combustible y lavado de dinero a gran escala. El jueves, el veredicto de culpabilidad dictado por los tres jueces se ceñía a un delito menor, el de no haber pagado impuestos por los beneficios de su comercio de ganado. Ha sido el primer caso fiscal visto por un tribunal especializado en el crimen grave cometido por grupos terroristas y tramas mafiosas. Los jueces anunciarán en febrero la pena que le corresponde.

Lo más extraordinario del caso no es su deriva en los tribunales sino que este hombre de 66 años, señalado como el jefe militar del IRA y al mismo tiempo de un emporio de contrabando dirigido desde su granja en Ballybinaby, nunca antes haya sido acusado de ningún delito. Su comercio ilegal en diésel y cigarrillos, entre otros bienes, atravesaba en camiones la frontera del sur de Armagh, una comarca de estrechos caminos transfronterizos que era día y noche observada desde 18 torres militares de vigía, construidas por el Gobierno de Thatcher para contener la fuerza del comando más duradero y quizás más mortífero del IRA.

Tras el desmantelamiento de las torres en el proceso de paz, la impunidad de Murphy ante la ley comenzó a complicarse. Las autoridades de Dublín y de Londres crearon sendas unidades de recuperación de bienes procedentes del delito y al supuesto jefe del IRA se le requisó inicialmente un complejo urbanístico cerca de Liverpool, del que habría sido accionista. Luego llegó, en 2006, la incursión de la Policía irlandesa en la granja. Los medios han afirmado que los policías que requisaron documentos y ordenadores sospechan que Murphy, que compartía la granja con su hermano Patrick, huyó por un túnel subterráneo.

Movimientos de tierras, grandes hangares y numerosos camiones confirmaban que no era una granja normal. En el juicio, uno de los granjeros vecinos que tiene también hangares en sus tierras rectificó su primera declaración asegurando que Tom le pagaba en metálico por almacenar diésel. La suerte del capo de ese supuesto complejo terrorista-contrabandista recuerda ahora a la de Al Capone, también condenado por delito fiscal.