Francia decide hoy si da más fuerza o si frena en seco la escalada de Le Pen

alexandra F. COEGO PARÍS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

La movilización socialista puede dejar a los jefes ultras sin resortes de poder regional

13 dic 2015 . Actualizado a las 19:52 h.

El pasado febrero Raphaël Glucksmann, hijo del recién fallecido filósofo André Glucksmann, publicó su novela Generación Resaca. En ella imaginó al Frente Nacional (FN) en el Elíseo después de que se produjeran tres ataques kamikazes en el centro de París. Hoy, Francia se encuentra en un escenario similar. Tres semanas después de los ataques del Estado Islámico, el partido de Marine Le Pen obtuvo un resultado histórico en la primera vuelta de las elecciones regionales. Con la mayoría en seis regiones, la ultraderecha se convirtió en la primera fuerza, sumando un 27,7% de los votos. No fue una sorpresa. Los atentados no afectaron al resto del electorado, pero para los votantes del FN se convirtieron en un acicate para ir a votar.

Ya tiene gracia que la segunda vuelta, en la que se decide si Francia da más fuerza a los ultras o los frena en seco, se celebre hoy, una fecha simbólica pues se cumple un mes de los ataques que dejaron 130 muertos. París todavía no ha levantado el duelo, la plaza de la República sigue recibiendo velas y el Bataclán y los cafés de la tragedia se han convertido en altares a la memoria de las víctimas. Pese a ello, la región de Île-de-France se adentra en la normalidad política. Ipsos da a Los Republicanos, liderados por Sarkozy, como ganadores de la segunda vuelta. Parece que, a diferencia de las semanas siguientes al atentado de Charlie Hebdo, la islamofobia ha sido contenida esta vez. Los parisinos saben quienes fueron los autores del crimen y no hay miradas de acusación a los conciudadanos musulmanes.

En el resto de Francia puede pasar algo parecido. Según Colpisa, los jefes lepenistas corren el riesgo de quedarse sin conquistar ninguna región ya que los últimos sondeos dan como perdedores a Marine Le Pen, presidenta de la formación, a su sobrina Marion Maréchal-Le Pen, y al número dos del partido, Florian Philippot. La izquierda, que ha llamado a votar por los rivales conservadores de los tres líderes ultras, juega a fondo la baza de ser el dique a un avance que incluso podría conducir al país a la guerra civil, según la advertencia del primer ministro Manuel Valls. «Hay dos opciones para nuestro país, la de la extrema derecha que en el fondo preconiza la división que puede conducir a la guerra civil, y otra visión que es la de la República y sus valores, que es la unión», afirmó.

Las llamadas al electorado para detener el avance ultra se sucediron toda la semana. El padre de una de las víctimas del Bataclán publicó una carta en memoria de su hija «a los sin voz, los indecisos y los asustados». «El ciclo cerrado del Frente es excluir a aquellos que no piensan como ellos y enfrentar a unos contra otros para que se destruyan», escribió.

La abstención en las elecciones francesas de cualquier nivel es endémica. Pese a una leve bajada con respecto a las regionales de marzo, aún roza el 50%. Pero, a diferencia del resto de partidos, el FN ha demostrado una gran capacidad de movilización en las tres últimas elecciones locales. Según Céline Braconnier, especialista del Instituto de Estudios Políticos de París, esta capacidad se limita a las elecciones de menos importancia, pero advierte que la tendencia podría cambiar. «Con cada vez más regiones al alcance de su mano, el gusto de la conquista podría movilizar a los electores del FN, diluyendo una eventual remontada de la izquierda y la derecha».