Los talibanes entraron en la embajada de España con la idea de matar a discreción

Redacción / La Voz

INTERNACIONAL

Su objetivo era una casa de huéspedes aledaña a la sede diplomática en la que no había nadie

12 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La violencia talibán se cobró ayer la vida del policía Isidro Gabino Sanmartín Hernández, en un atentado que afectó de llenó a la Embajada de España en Kabul pese a que el blanco de los insurgentes era una cercana casa de huéspedes extranjeros. «No era un ataque contra nosotros», aclaró Mariano Rajoy ante la confusión reinante en los primeros momentos sobre si el objetivo del asalto era la legación española.

El policía fue alcanzado por la onda expansiva del coche bomba que accionaron los insurgentes y su cuerpo habría permanecido durante al menos dos horas en el aparcamiento de la embajada sin poder ser rescatado debido a la intensidad del tiroteo entablado a continuación. Tras comprobar que estaba herido en una pierna y un costado fue evacuado en dirección al vecino hospital de la oenegé italiana Emergency, pero al llegar falleció. Al menos otras siete personas resultaron también heridas y fueron evacuadas a ese centro.

Al igual que en París el 13N, la yihad urbana golpeó el corazón de Kabul como tantas veces lo ha hecho en la última década. Según fuentes consultadas por Colpisa, hace una semana que la legación española contactó con la inteligencia afgana para fortalecer la seguridad en el recinto debido a informes que tenían sobre el alto riesgo de ataque en la zona.

Asalto nocturno

Todo comenzó con la fuerte explosión de un coche bomba cerca de la Embajada de España a las seis de la tarde, ya noche cerrada, en la zona de Shirpur, un barrio formado por casas de lujo levantadas por los señores de la guerra que se hicieron con estas parcelas en el centro de la capital como recompensa por su apoyo a EE.UU. en la guerra del 2001.

Tras la explosión, al menos tres terroristas, armados con subfusiles de asalto y lanzacohetes, según la policía afgana, entraron en una casa de huéspedes frecuentada por extranjeros y que «forma parte de las instalaciones que usan los españoles». Al no encontrar nadie allí, los terroristas entraron en la embajada española con facilidad ya que la explosión del coche bomba hizo saltar por los aires el portón de entrada por el que entran los vehículos, según informaron fuentes de la investigación a Europa Press. El policía español se encontraba guardando la puerta, al igual que otros dos policías afganos encargados de vigilar el perímetro, que también perecieron.

Dos de los terroristas entraron en la embajada, posiblemente sin saber de qué edificio se trataba, ya que no tiene ningún distintivo, con la idea de matar a discreción. Uno de ellos se atrincheró en la azotea del edificio, donde fue abatido. El otro talibán que accedió al complejo también fue liquidado en el asalto.

Dentro del complejo diplomático había aproximadamente unas diez personas, entre personal español y afgano que, tras el asalto, se refugiaron en un búnker preparado para guarecerse y en una azotea. 

La zona verde de Kabul

Tiros y más tiros rompieron una noche en la que los blindados del Ejército afgano y de las fuerzas de Estados Unidos, que tomaron parte activa en la operación, acordonaron en pocos minutos la zona para lanzarse a la caza de los yihadistas. Ayoub Salangi, viceministro de Interior, informó de la muerte de dos yihadistas por disparos de francotiradores y aseguró que un tercer agresor resultó herido. Pero, pese al final de tiroteo, las fuerzas de seguridad mantuvieron la operación jaula porque no estaba claro el número exacto de talibanes que formaban el comando. Shirpur no es una zona verde al estilo de la Bagdad, amurallada y protegida por fuertes medidas de seguridad. Aquí son las propias milicias de los señores de la guerra las que realmente imponen su ley casa por casa, las que velan por la seguridad de las legaciones como la española y organizaciones no gubernamentales que aun residen allí. Estos señores de la guerra ocupan ahora ministerios y cargos oficiales en un país que, tras el final de las operaciones de combate de la OTAN, vuelve a estar a merced de los talibanes.