Guerra abierta entre Rousseff y el presidente del Congreso

Marcela Valente / Colpisa BUENOS AIRES

INTERNACIONAL

UESLEI MARCELINO | Reuters

La presidenta brasileña, indignada por su «impeachment»

04 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Resignado a la idea de afrontar el enjuiciamiento de la jefa del Ejecutivo, Dilma Rousseff, el Gobierno brasileño confía en que el proceso iniciado ayer sirva para despejar de una vez las dudas sobre irregularidades en el manejo de las cuentas públicas. También para terminar con la amenaza permanente de una destitución que debilita a la Administración y le impide avanzar en el plan de austeridad que se autoimpuso para salir de la recesión.

Con la lectura pormenorizada de la acusación, el Congreso inició el proceso que podría derivar en el juicio a Rousseff. El lunes, la Cámara designará a los diputados de la comisión encargada de aceptar o rechazar los cargos. Si los aceptan, la decisión deberá ser sometida a una mayoría de dos tercios en la Cámara baja. Si el juicio tuviera apoyo suficiente, la presidenta debería ser suspendida de sus funciones mientras el Senado la juzga.

El «impeachment»fue anunciado en la víspera por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, perteneciente al Partido Movimiento Democrático Brasileño, aliado del Gobierno, pero personalmente enfrentado con el Gobierno. Si bien la presentación de Cunha resultó intempestiva, estaba previsto que ese podría ser su modo de rechazar la ofensiva de la Comisión de Ética, que está a punto de iniciarle un proceso para apartarlo de la presidencia de la Cámara por negar ante una comisión del Congreso que poseía cuentas no declaradas en el extranjero. El procurador general de la República denunció este año a Cunha por recibir un soborno de 4,5 millones de euros para facilitar negocios con la petrolera Petrobras. El caso lo tiene el Supremo Tribunal Federal, que debería decidir si le quita o no los fueros para procesarlo.

La presidenta salió de inmediato a manifestar su «indignación» tras la decisión. En un mensaje retransmitido por la cadena nacional dijo que las acusaciones contra ella son «inconsistentes» y que estaba «tranquila y confiada en las instituciones». «No tengo cuentas en el extranjero, no he cometido ningún acto ilícito y no existe ninguna sospecha de desvío de fondos», aseguró. Rousseff también aclaró que «jamás aceptaría» ningún tipo de negociación que atente contra el libre funcionamiento de las instituciones democráticas o que ofenda los valores morales o éticos.

Mentira a la nación

Sintiéndose aludido por las palabras de Rousseff, Cunha redobló la apuesta. Declaró ayer que la mandataria «mintió a la nación» al decir que jamás aceptaría negociar y aseguró que en la mañana del miércoles Dilma se había reunido con un diputado allegado a él, André Moura, y que le había propuesto archivar el proceso contra Cunha en la Comisión de Ética a cambio de aprobar un polémico impuesto para reequilibrar las cuentas. El que salió a defender a Dilma fue entonces el jefe de la Casa Civil, Jacques Wagner. «Moura no estuvo con la presidenta, estuvo conmigo», y según el funcionario no hablaron de ningún acuerdo. Wagner acusó a Cunha de estar «siempre amenazando para conseguir lo que quiere», pero confió en que una petición de «impeachment» firmada por él «no tendrá credibilidad». Esa será ahora la estrategia del oficialismo, procurar que el proceso, iniciado por un legislador desacreditado y a punto de ser apartado de la Cámara por falta de ética, se cierre lo antes posible.