Petróleo e impuestos financian la yihad

Juan Carlos Martínez REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

La principal financiación del Estado Islámico
Alexia, Ayerra

El Estado Islámico ingresa al día unos dos millones de dólares por la venta de combustibles que coloca en Turquía y en Siria y que refina con equipos portátiles chinos

17 nov 2015 . Actualizado a las 09:44 h.

El Estado Islámico, al contrario de lo que hicieron en su día Al Qaida y otros grupos yihadistas, ha logrado dominar un extenso territorio, lo que le permite diversificar sus fuentes de ingresos. Los servicios secretos occidentales piensan que, en su arranque, el movimiento tuvo financiación y apoyo de las monarquías del Golfo y de sus redes de organizaciones culturales y caritativas. Pero el expolio que acompañó a la conquista de partes de Siria y de Irak fue el primer gran impulso de sus reservas propias, que se complementó con los rescates por occidentales secuestrados y otros actos criminales como el tráfico de niñas y mujeres. El dominio del territorio ha venido acompañado de una estructura paraestatal que cobra impuestos, y también de la ocupación de importantes campos petroleros.

Expolio

El tesoro del Banco Central de Mosul. La expansión del Estado Islámico dio impulso a sus activos. Los rescates por secuestros dieron paso a un intenso expolio de las riquezas arqueológicas, sobre todo de Irak, donde hay 20.000 yacimientos de inmenso valor. No solo destruyeron monumentos; también robaron excavaciones y museos e iniciaron un lucrativo negocio con compradores de Occidente y de Extremo Oriente. Pero el impulso definitivo para constituir los fondos con los que sostienen a sus combatientes, a los que pagan unos mil dólares al mes, fue el despojo del banco central de Mosul, en junio del 2014, del que obtuvieron reservas de oro valoradas entre 400 y 500 millones de dólares.

Impuestos

Una extorsión oficializada. En el interior del área que domina, el Estado Islámico ha establecido un mecanismo de recaudación de impuestos que comenzó como franca extorsión a los ciudadanos ricos a cambio de protección, pero que ahora se extiende a todas las capas sociales. Empresarios, comerciantes, agricultores y placeros deben contribuir a la organización con unos tributos que aumentan a voluntad de los cobradores, según los contribuyentes sean más o menos entusiastas del régimen y presenten más o menos signos de riqueza. En diversos medios se ha estimado que por este mecanismo, los yihadistas obtienen al día otro millón de dólares.

Donaciones

La historia se repite. Siria e Irak padecen la maldición de ser tablero de juego de intereses geoestratégicos ajenos. Como en el caso de los talibanes de Afganistán, apoyados en los primeros momentos por Arabia Saudí para contrarrestar la influencia soviética, también las fuerzas de oposición al régimen de los Asad, aliado de Rusia, tuvieron financiación y apoyo logístico saudí y catarí, «con el respaldo o, al menos, el beneplácito de Estados Unidos y Gran Bretaña», señala Roberto Mansilla, analista del Igadi. La rivalidad entre Arabia Saudí e Irán por ocupar la primacía entre las naciones de la región quizá haya permitido que se mantuvieran las donaciones cuando ya el Estado Islámico comenzaba a dar muestras de barbarie.

Petróleo

Producir para el contrabando. Los territorios que controla el Estado Islámico contienen valiosos campos petrolíferos, de los que se extraen cada día unos 200.000 barriles de crudo, que rentan al menos dos millones de dólares diarios. Con un proceso de refinado imperfecto, el producto se ha venido vendiendo sobre todo al exterior, pero cada vez se usa más para mantener en funcionamiento la maquinaria de guerra de la organización terrorista.

El destino principal del combustible era hasta ahora el contrabando, con Turquía como principal mercado. La caída del precio internacional ha reducido estas ventas mientras aumentan las del interior: la falta de red eléctrica ha multiplicado el uso de generadores que funcionan con un gasoil escasamente refinado. El mismo régimen de Al Asad está comprando petróleo de esa procedencia, porque el propio no le llega. En los últimos meses las fuerzas fronterizas turcas han descubierto numerosos oleoductos artesanales, construidos con mangueras, que parten del norte de Siria y acaban al otro lado de la frontera, en manos de redes de contrabandistas. Una vez en Turquía, el petróleo se incorpora a la red occidental.

Refinerías de campaña

Un objetivo prioritario. Los yihadistas no disponen de ninguna de las grandes refinerías que antes de la guerra abastecían el gran oleoducto del noroeste, hoy cerrado. Hasta en tres ocasiones han intentado hacerse con las grandes instalaciones de Baiji, a medio camino entre Bagdad y Mosul, pero han sido rechazados. La alternativa son unas refinerías modulares transportables, compradas a China, que trabajan en campo abierto y constituyen ahora mismo uno de los principales objetivos de los bombardeos que llevan a cabo fuerzas de la coalición antiyihadista en el norte de Siria. Unos 116 camiones cisterna fueron destruidos el domingo por fuerzas aliadas, mientras la aviación francesa efectuaba un bombardeo intenso sobre Raqqa, feudo de los terroristas en Siria.

Los analistas creen que esto no bastará para dañar económicamente a los yihadistas. Será necesario un esfuerzo de las policías europeas para cerrar el grifo de las asociaciones supuestamente caritativas que aún envían recursos al EI («desde cuarenta países», afirmó ayer Vladimir Putin») y que tienen sede en capitales europeas, especialmente en Londres.