Francia se saltó el protocolo de identificación en el caso de Alberto Pardo

María Vidal Míguez
María Vidal REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Bibiana Villaverde

No utilizó ninguna de las tres vías para confirmar: ADN, huellas y piezas dentales. El joven pontevedrés se encuentra sobrepasado por lo ocurrido

17 nov 2015 . Actualizado a las 09:13 h.

Un DNI en el entorno de un cuerpo no es suficiente para identificar a un cadáver. Así lo asegura Beatriz Otero Abadín, directora del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga), quien sostiene que no hay ninguna certeza de que «sea de esa persona». Y aquí puede ser precisamente donde radique el error en el «fallecimiento» del gallego Alberto Pardo, que según fuentes diplomáticas llegó a estar por unas horas en la lista de muertos. Todo parece indicar que fue la Policía francesa la que notificó al Gobierno español la identidad del joven español como una de las víctimas mortales de la sala Bataclan. Su documentación, que perdió en el 2012 en Burdeos, apareció muy cerca de uno de los muertos. No había más.

Ayer el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo pidió disculpas a Alberto Pardo y su familia -«tenemos que lamentar esta confusión con final feliz, pero confusión impropia»-, al tiempo que coincidió con el subdelegado del Gobierno en Pontevedra en achacar este «malentendido» a las autoridades galas.

La del joven gallego no fue la única confusión. Las informaciones difundidas tras el atentado aseguraban que Alonso de Celada había sido alcanzado en uno de los tiroteos próximos a la plaza de la República. Poco después los familiares lo desmentían.

Concentración de la madre de Alberto a las puertas del hospital.
Concentración de la madre de Alberto a las puertas del hospital. RAMON LEIRO

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, aseguró ayer que «la información fue comprobada tres veces, contrastada con la Policía francesa por nuestros servicios consulares y nuestra embajada en Francia, y se han producido dos errores perfectamente explicables». El titular de la cartera de Exteriores señaló que en un caso el error se debió a «un DNI que al parecer podría haber sido utilizado por una de las personas que falleció», y en el otro se trataba de una persona que «no había dado señales de vida». Pero, ¿se actuó correctamente?

Los objetos no son suficientes

Parece que no. Porque de seguir los protocolos para la identificación de víctimas en este tipo de catástrofes se hubiera necesitado una huella dactilar, una prueba de ADN o una odontológica para una identificación plena. «Con los objetos personales o con la ubicación de la persona, por ejemplo su asiento en un avión, se puede tener una presunta identificación pero para confirmarla hay que realizar alguna de las pruebas mencionadas», explica la directora del organismo público. Estas premisas pertenecen al protocolo nacional de actuación médico-forense y de policía científica vigente en España desde el 2009, ya que tras el 11-M y el accidente de Spanair en el 2008 se vio la necesidad de cubrir una carencia normativa sobre la planificación, actuación y coordinación de los profesionales implicados en aquellos sucesos en los que se produce un elevado número de víctimas mortales, con el objetivo de ofrecer una mayor garantía y eficacia en los procesos de identificación. «Antes también estaba sujeto a un protocolo pero desde entonces hay una estructura y se deja constancia por escrito de las actuaciones que se llevan a cabo», añade Otero, que sugiere que en todos los países de nuestro entorno siguen algún tipo de normativa.

La Interpol recoge en una guía, publicada en el 2009, como «fundamentales» las mismas pruebas que se realizan en España (ADN, huellas digitales y piezas dentales) y como «secundarias» el análisis físico y de documentos.