Leche, caraotas, arroz, colas y velorios 

INTERNACIONAL

Colas en un supermercado
Colas en un supermercado Miguel Gutiérrez

La inseguridad y el desabastecimiento de productos básicos son las principales pesadillas de los ciudadanos venezolanos

12 nov 2015 . Actualizado a las 12:35 h.

A menos de un mes de una nueva cita con las urnas, cuando dos venezolanos se encuentran en la calle,  «sobreviviendo» es la respuesta más habitual al saludo de cómo se encuentra.

Y es que las dos principales pesadillas de los ciudadanos de este país -uno de los más ricos del mundo en recursos naturales- siguen siendo las mismas de los últimos años: inseguridad y desabastecimiento de productos básicos. La primera no es nueva, pero va a más. Cada día se registran un promedio de 50 muertes  violentas en el país. 

La segunda es más reciente, pero no deja de crecer desde hace menos tiempo, desde que de los pozos de la Faja del Orinoco ya no brotan petrodólares a raudales. El oro negro que reporta el 96 % de los ingresos del erario público venezolano y cuyo precio creció como la espuma durante tres lustros ha caído en picado y no tiene visos de recuperarse.

Con la politica de «precios justos» impuesta por el Gobierno, que en la práctica de justos solo tienen el nombre porque casi todo es importado y el control de cambios de divisas impide la libre competencia, los productos llegan al consumidor cuando llegan y los que llegan, que están muy lejos de ser todos los que cualquier ciudadano normal puede adquirir en cualquier supermercado o en la tienda de la esquina.

Así, para comprar lo que necesita para el día a día el ciudadano de a pie, chavista o votante de la oposición, tiene dos alternativas: hacer colas kilométricas durante interminables horas, si sus obligaciones profesionales y/o familiares se lo permiten, o acudir a la reventa, al bachaqueo, a lo que eufemísticamente se denomina comercio clandestino de supervivencia (ccs) y conseguir los productos con un sobreprecio no inferior al 300 %.

Pero como no se puede hacer cola todos los días, el que la hace, para aprovechar el viaje, compra lo que haya a la venta, independientemente de que sea lo que realmente busca o necesita. Así está emergiendo el fenómeno del trueque, que palía en alguna medida los efectos de la nueva versión del racionamiento, menos eficaz que el que funcionó en la España de la post-guerra o en la Cuba de los Castro. 

Como el desabastecimiento no da votos y el 6-D está a la vuelta de la esquina, la prensa local informaba estos días, de la llegada a Puerto Cabello de 1.027 reses bovinas vivas, 42.000 toneladas de leche en polvo, 170 de caraotas y 30 de arroz.  

El ganado, al igual que la leche y las caraotas, procede de Nicaragua, un país con una economía boyante, gracias a la generosidad del chavismo en los tiempos de vacas gordas, especialmente en el suministro de petróleo, y el arroz de Brasil.

Estos productos llegan consignados a la Corporación de Abastecimientos y Servicios Agrícolas (CASA) y la Corporación Venezolana de Alimentos (CVAL). Ahora falta por ver qué parte de los mismos llega a las estanterías de los mercados, y cuándo. 

Por otra parte, productores de queso de Uruguay agrupados en cuatro comercializadoras están esperando a que el Gobierno venezolano deposite en un banco de aquel país los 50 milllones de dólares a que asciende la factura para embarcar rumbo a Venezuela las 4.000 toneladas de mercancía contratada.

Uno de los pocos sectores que no sufren los efectos de la crisis en Venezuela es el de los servicios funerarios. Solo muertes violentas se registran un promedio de medio centenar al día. A ellos se suman los fallecimientos por causas naturales y los de accidentes de todo tipo. Uno de los principales objetivos de los delincuentes siguen siendo los propios policías para apoderarse de sus armas o para vengar la muerte de miembros de las bandas en enfrentamientos. El número de víctimas de los distintos cuerpos policales ya superó con creces el millar en lo que va de año. La pasada semana perdieron la vida dos agentes en el estado de Carabobo, en el centro del país, en menos de 72 horas, ambos cuando estaban fuera de servicio. Uno de los dos atacantes del primero de ellos también murió en el enfrentamiento. Tres supuestos atacantes del segundo fueron abatidos una hora más tarde.

Los secuestros siguen estando a la orden del día. La última víctima conocida es la hija del comisario general de Interpol que fue secuestrada con sus dos acompañantes el pasado fin de semana a la salida de una discoteca en el centro de Caracas. Las peticiones de rescate iban de los 50.000 a los 70.000 dólares. Hace menos de un año dos delincuentes ya habían intentado entrar en la casa del padre de la joven y resultaron muertos.

Con este panorama se entiende que entre febrero del 2014 y junio del 2015, 5.654 venezolanos solicitasen asilo político en EE.UU. Según datos de la agencia de Servicios de Ciudadanía e Inmigración estadounidense. Venezuela es ya el quinto país en número de solicitudes, despues de China, México, Guatemala y El Salvador.