Moustache Brothers, 30 años de lucha por la libertad con el arma del humor

Marina Chiavegatto NAIPYIDÓ

INTERNACIONAL

MARINA CHIAVEGATTO

Los cómicos birmanos tienen prohibido actuar ante sus conciudadanos

09 nov 2015 . Actualizado a las 18:15 h.

Un birmano va al dentista en Tailandia y cuando el médico le pregunta por qué no lo hizo en su país, el paciente contesta: «Lo que pasa es que en Birmania no nos dejan abrir la boca». Lu Maw cuenta este chiste cada día desde el escenario montado en el garaje de su casa en la calle 39 de Mandalay. Él es la cara visible de los Moustache Brothers. «El humor nos ha llevado a la cárcel y ha matado a mi hermano -explica-, pero nosotros no vamos a parar». Y no han parado. Llevan 30 años subidos al escenario. Son la cara de la sátira política en Birmania, pero no todo han sido sonrisas en su vida.  

Su espectáculo mezcla humor, bailes tradicionales y crítica política. «Cuando estés en Birmania, no robes. A nuestro Gobierno no le gusta la competencia», bromea Lu Maw en su inglés casi incomprensible. Esa fue una de las bromas que en 1996 llevó a dos de los hermanos Moustache a la cárcel después de una actuación delante de la casa de la actual líder de la oposición y premio nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi. Lu Zaw y Par Par Lay fueron condenados a 7 años de prisión por «subversión contra el Estado». Fueron trasladados a un campo de trabajos forzados donde sufrieron torturas. La presión política y mediática los salvó, incluidas campañas de Amnistía Internacional y hasta una mención en Hollywood. Hugh Grant habla de «Par Par Lay, el cómico que fue condenado a 7 años de prisión por contar chistes» en la película Un niño grande, y los Moustache Brother presumen de ello. «Vosotros, los extranjeros, fuisteis indispensables para la liberación de mis hermanos», afirma Lu Maw mientras se toma una cerveza, minutos antes de su espectáculo diario. Los dos hermanos del bigote fueron liberados pero con la condición de que no volverían a actuar para birmanos.

Secuelas de la prisión 

Desde entonces hacen su actuación desde su casa y en inglés. Los turistas son invitados a entrar y a sentarse en sillas de plástico delante de un escenario improvisado con fotografías de sus actuaciones, donde destacan las instantáneas de Aung San Suu Kyi riéndose de sus bromas. Mientras esperan el inicio del pase, los espectadores no se aburren: hay recortes de periódico sobre la situación política del país y hasta críticas de medios internacionales sobre su actuación. «Muchas veces nuestro espectáculo es la primera toma de contacto de los turistas con la Birmania real», afirma uno de los hermanos cómicos. 

En el año 2013 el Moustache más reivindicativo, Par Par Lay, murió. ¿El motivo? El agua que ingirió durante sus años en la cárcel estaba contaminada con plomo. Cuatro días después de su funeral, los otros dos hermanos volvieron al escenario. «Fue el Gobierno quien mató a Par Par Lay -acusa Lu Maw, así que yo dedicaré el resto de mi vida a luchar contra ellos».  

Cobran siete euros de entrada por cada espectáculo. Una parte de los ingresos se destina a ayudar a las familias de los presos políticos del país. En el año 2011 había 2.000; actualmente son cerca de 170, además de los casi 450 activistas que están a la espera de un juicio. «Mi abuelo era cómico, mi padre era cómico, mi hermano era cómico y yo soy cómico -aclara este Moustache Brother-. Para mí, la mejor forma de cambiar el mundo es hacerlo con una sonrisa».