La UE pasará por alto el gasto en refugiados al revisar el déficit

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS | CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

ALAIN JOCARD | AFP

Donald Tusk teme «cambios tectónicos» en Europa a raíz de la crisis migratoria

28 oct 2015 . Actualizado a las 01:30 h.

Las necesidades y la desesperación de los refugiados, las tensiones nacionales dentro de la Unión Europea y el escepticismo con el que la opinión pública recibió el último acuerdo firmado el domingo por los 10 países implicados en el colapso migratorio de la ruta de los Balcanes, han colmado la paciencia del presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker.

El luxemburgués se presentó ayer ante la Eurocámara para dar cuenta de los últimos avances en la gestión de la crisis. Con semblante abatido, lanzó duras críticas hacia los 28 Estados miembro. Les reprochó la falta de ambición para reubicar a los refugiados y la lentitud con la que están actuando. «¿Cómo podemos establecer un diálogo honesto con nuestros vecinos africanos si nosotros mismos no somos capaces de cumplir con nuestros compromisos?», preguntó en el hemiciclo antes de recordar que todavía faltan 2.300 millones de euros de los anunciados por los líderes en septiembre. Tampoco llegan los refuerzos humanos. La UE necesita 2.029 expertos para identificar y prestar atención a los migrantes en las fronteras: «La laguna es enorme, prácticamente la misma que hace un mes», se quejó.

A punto de fracasar el plan cuando apenas se ha puesto en marcha, el líder del Ejecutivo comunitario lanzó ayer una oferta irresistible para los Gobiernos que están teniendo problemas para recortar y cumplir con el objetivo de déficit: «Todos hablan del coste enorme de las medidas migratorias. Así que mostraremos flexibilidad teniendo en cuenta los esfuerzos de cada país. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento queda en un segundo término frente a esta crisis», anunció.

La inquietud y el pesimismo también se pudieron percibir en el discurso previo del presidente del Consejo, Donald Tusk, quien tras ver cómo su partido perdía este fin de semana las elecciones en Polonia, dejó entrever su temor a que «la crisis cambie a la UE, puede destruir Schengen y provocar cambios tectónicos en el panorama político a peor». El mensaje también fue apocalíptico al referirse a la magnitud de la crisis, que podría «ir a peor». Al menos 705.200 migrantes cruzaron el Mediterráneo en lo que llevamos de año, según la Oficina de la ONU para los Refugiados (Acnur). La última oleada de migrantes alcanzó un nuevo pico por los desplazados que llegaron a las fronteras procedentes del norte de Siria, donde Rusia no cesa los bombardeos sobre los grupos rebeldes y el Estado Islámico. El tiempo empeora, las fronteras se blindan pero nada detiene a los refugiados.

Acusaciones y reproches

La nota melodramática de la sesión la dieron los portavoces de las distintas fuerzas del hemiciclo, que se enfrascaron en una disputa con intercambio de acusaciones por la mala gestión de la crisis en aquellos países donde gobiernan los partidos de la oposición. Conservadores, socialdemócratas, liberales y la izquierda unitaria se apuntaron unos a otros.

El hecho de que en algunos países de los Balcanes gobiernen los socialdemócratas (Croacia, Eslovaquia y Rumanía), llevó a los conservadores a dejar claro que no tienen autoridad moral para criticar la posición de otros miembros controvertidos de su familia, como el primer ministro húngaro, Víktor Orbán.

La eurodiputada del GUE, Marina Albiol, acusó a la coalición tripartita. «No solo no aplican esa solidaridad que pregonan, sino que están violando de forma sistemática los derechos humanos en las fronteras», denunció antes de indicar que las tres familias «deberían haber expulsado a los líderes de dichos Estados». El portavoz del PP, González Pons, se quejó abiertamente de la actitud de sus compañeros. «Nos pasamos las reuniones echándonos la culpa unos a otros».

Tras los primeros dardos, la calma se fue recobrando. El jefe de los liberales, Guy Verhofstadt, recordó que «la competencia no es entre nosotros sino entre nosotros y los populistas». Su homólogo socialista, Gianni Pittella, llamó a poner «el europeísmo en el centro».