Maduro reactiva el contencioso fronterizo ante su crisis interna

Julio Á. Fariñas REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Dice que Caracas es víctima del «modelo capitalista de la derecha colombiana»

26 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Los 2.219 kilómetros de frontera entre Colombia y Venezuela, la más poblada y extensa de todo América del Sur, llevan una semana sellados a cal y canto por el Ejército y la Guardia Nacional Republicana de Venezuela, desplegados por orden del presidente Nicolas Maduro, tras la agresión sufrida por tres militares en una supuesta emboscada tendida por paramilitares o contrabandistas colombianos.

Lo que en un principio parecía que iba a quedar en un mero incidente fronterizo se convirtió al día siguiente en un decreto presidencial de estado de excepción en cinco municipios fronterizos de Táchira. Estado de excepción que, a su vez, dio cobertura legal a una deportación masiva de colombianos afincados en Venezuela, muchos desde hace décadas y con los papeles en regla.

En los albergues de la ciudad colombiana de Cúcuta algunos deportados denunciaron que, tras ser sacados de sus casas, la Guardia Nacional las marcaba en unos casos con una R y en otros con la D, para indicar que las viviendas han sido revisadas o que serán demolidas, según informa la corresponsal de El Tiempo.

El obispo de Cúcuta calificó de preocupante la fragmentación que está sufriendo las familias deportadas, al tiempo que en colaboración con Cruz Roja trataba de buscar la manera de reagrupar con sus familias a un buen número de niños y jóvenes que se quedaron en Venezuela sin padres.

Con este panorama, que el ex-presidente colombiano Álvaro Uribe llegó a equiparar a lo que hicieron los nazis con los judíos en Alemania, si las negociaciones políticas que estaba previsto que comenzasen hoy no ponen coto a la actual situación, distintas voces advierten del riesgo de crisis humanitaria.

Viejos fantasmas

Que fronteras tan extensas como esta y tan poco controladas por ambos lados son terreno abonado para el contrabando todo tipo de mercancías -legales, como alimentos y otros productos de consumo, o ilegales, como drogas y armas- es un fenómeno tan viejo como el mundo. Que, en este caso, la intervención de precios, el control de cambios y el caos económico que vive Venezuela potencian el fenómeno también es algo obvio. Que la presencia de paramilitares -los restos de las antiguas autodefensas (AUC) y de las guerrillas de las FARC y el ELN- lo complican todavía más, también.

De ahí a que la crisis económica sin precedentes en que se haya sumida Venezuela -cuya expresión más esperpéntica es la situación de desabastecimiento de toda clase de productos y que se incrementa día a día por la constante bajada del precio del petróleo, la única fuente de ingresos que tiene el país- forme parte de una agresión criminal hay un abismo. Pero Maduro en su última comparecencia ante la prensa justificó sus decisiones diciendo que «Venezuela es víctima del modelo capitalista paramilitar ultrasalvaje de la derecha colombiana» dirigida por Uribe... Y se quedó tan ancho.