El dinero, la llave maestra que abre las puertas de los penales

JULIO Á. FARIÑAS REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

La fortuna de «Chapo» Guzmán supera los 1.000 millones de dólares, según Forbes. El mexicano cuenta además con 288 empresas legales repartidas por diez países

14 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Que un personaje tan escurridizo como el Chapo Guzmán tratara de fugarse de la cárcel, cuando sabía que allí no estaba de paso, no debiera sorprender a casi nadie. Que lo haya conseguido y se convierta en reincidente en poco más de un año, tampoco. El Chapo tiene a sus 58 años muchas horas de vuelo en un sector, el crimen organizado, que aplica a rajatabla las reglas del capitalismo más inhumano y que se ha movido como pez en el agua en México, uno de los países con los índices de corrupción más altos del mundo (el mayor de entre los de la OCDE) y ha logrado acumular una fortuna estimada en más de 1.000 millones de dólares, según Forbes.

Recobrar la libertad perdida hace menos de año y medio sabía que solo era cuestión de dinero y un poco de paciencia. De no haberlo logrado así, es más que probable que hubiera acabado optando por la fuerza. Su organización criminal tiene en su haber entre 2.000 y 3.000 muertes.

En todo caso, no lo tenía fácil. Guzmán, tras su última captura el 22 de febrero del 2014, fue recluido en El Altiplano, que se encuentra a una hora en coche del Distrito Federal. Se trata de un penal de unos 27.000 metros cuadrados cuyas paredes fueron reforzadas hasta alcanzar un metro de espesor y en el que, teóricamente, se extremaban las medidas de seguridad. Tenía como vecinos a personajes que van desde el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, acusado de la desaparición de 43 estudiantes masacrados, hasta criminales como Servando Gómez Martínez, La Tuta, líder de los Caballeros Templarios, el despiadado Edgar Valdez Villarreal, La Barbie; Héctor Beltrán Leyva o Miguel Ángel Félix Gallardo, el Padrino de los grandes narcos, incluido Guzmán.

De las rejas del Altiplano jamás había escapado ningún reo. Considerado inexpugnable, el penal está sometido a vigilancia excepcional y, al menos en apariencia, impone a los presos un intenso control. A título de muestra se puede decir que no funcionan los móviles en un área de 10 kilómetros a la redonda. Este régimen carcelario ha motivado episodios tan ambivalentes como la carta firmada en febrero pasado por todos los grandes capos, en la que se quejaban de sus «indignas e inhumanas» condiciones.

Nada más ingresar en El Altiplano, Joaquín Guzmán se percató de que tretas como la de salir por la puerta principal del penal de máxima seguridad de Puente Grande (Jalisco) en enero del 2001 oculto en el carro de la ropa sucia aquí no le iban a funcionar.

Contra todo pronóstico, no se sabe si por decisión propia, optó por el sistema más clásico y de película: el túnel. Y le funcionó.

Ruegos y preguntas

Ahora falta por saber cómo sus hombres se hicieron con los planos de la prisión (algo imprescindible, ya que una obra de esa envergadura no se hace a ojo), cómo metieron las herramientas y cuántos funcionarios de dentro y de fuera del penal están implicados. Descartando, al menos en principio, que estén directamente implicadas, sería bueno que las altas instancias políticas mexicanas explicasen por qué han denegado la extradición de Guzmán a EE.UU., alegando que no existía riesgo de fuga. Es cierto que las extradiciones disminuyeron drásticamente durante la presidencia de Enrique Peña Nieto, que prefiere no concederlas hasta que no sean juzgados en su país, pero este no era un caso más.

A su vez, las autoridades de EE.UU. deberían explicar hasta dónde ha llegado la investigación de las 288 empresas legales del capo repartidas por diez países, incluida España. Van desde boutiques a aerolíneas, pasando por inmobiliarias, minas, gasolineras y hasta la cría de avestruces. En estos negocios, el Departamento del Tesoro de EE.UU. dice haber identificado a 230 operadores clave, entre los que están familiares de Guzmán, pero también líderes de seis carteles de la droga extranjeros aliados y su gente.