Grecia se planta, Europa debe decidir

íñigo domínguez ATENAS / COLPISA

INTERNACIONAL

El triunfo del no refuerza a Tsipras y traslada a la UE la responsabilidad de responder

06 jul 2015 . Actualizado a las 08:14 h.

El pueblo griego dijo ayer no al último plan de ayuda de sus acreedores, un no contundente con un 60% de los votos, pero temerario o suicida según se mire: la definición deberá concretarla ahora la Unión Europea, a la que corresponde la responsabilidad de hundir o no a Grecia. Todo depende de una llave, la que abre el canal de emergencia de dinero desde el BCE, cuyo consejo se reúne hoy. Sin esa liquidez el país heleno, que ya ha tenido los bancos cerrados la semana pasada, se quedará sin fondos hoy o mañana y entrará en el caos.

El peor escenario posible ha llegado. Si realmente la UE quiere echar a Grecia lo tiene que decidir ahora. Es el momento de la verdad después de tanto tacticismo y cinco meses de pésima negociación con el Gobierno de extrema izquierda de Alexis Tsipras. Si no, deberá cambiar el registro y llegar a un acuerdo, algo que también supone un dilema muy complejo. Ni siquiera la propuesta que votaron ayer los griegos estaba ya sobre la mesa y habría que inventar otra.

Este callejón sin salida se veía venir desde hace cinco años, cuando estalló la crisis. Los griegos votaron casi por instinto animal de supervivencia, han dejado de usar la lógica. No cabe duda de que este referendo agónico es una victoria política de Tsipras, agotado e inflado físicamente estos días, pero sí hay muchas sobre para qué le puede servir. El Gobierno griego aseguraba ayer que enviaba una delegación anoche a Bruselas a negociar y a cerrar un acuerdo en 48 horas, porque desde el punto de vista heleno su voto significa que quieren el euro y seguir en la UE, pero en condiciones que permitan una vida digna. Sin embargo este desenlace ideal es pura ilusión. Se mueve en el mismo plano que el referendo, un voto con un sentido más emocional y simbólico que literal traducido como «fiesta de la democracia». Fueron las palabras de Tsipras tras votar. «Abrimos un camino para todos los pueblos de Europa».

Ayer en la plaza de Syntagma había ambiente de verbena, con música sirtaki y vendedores de salchichas. Tsipras podía ya haber dicho no, él personalmente, lo mismo que el referendo, pero ha querido que lo digan los griegos, porque será difícil que todo un pueblo quede como el malo o el tonto de la película. Tsipras quiere que Europa asuma ese papel. Es como si el referendo pasara a la UE, que ahora se debe preguntar: ¿hundimos o no a Grecia?

Draghi se ve de nuevo obligado a ser un protagonista central. Según la prensa griega, anoche mantuvo una conversación telefónica con Tsipras, para encontrar una fórmula que permita abrir los bancos, al menos una vía de transición. El portavoz del Ejecutivo confirmó que le han pedido mantener la vía de liquidez del BCE. «Nuestros acreedores se tienen que dar cuenta de que la realidad ha cambiado», dijo. Grecia pretende ahora imponer que es imposible pagar su monumental deuda pública y debe ser reestructurada, como opina también el FMI. Luego haría falta un tercer rescate de unos 50.000 millones.

Los votantes más aterrorizados del sí temían ayer efectos apocalípticos: abandono de la UE, emisión de moneda propia, nacionalización de banca y grandes empresas.Es decir, una especie de estado bolivariano en el Mediterráneo. La primera víctima que se cobró el referendo está en sus filas ya que Samarás pagó con su cabeza el fracaso del sí.