En su opinión, la asociación con los países del este no es un instrumento para ampliar el poder de la UE y tampoco está dirigida contra nadie, en alusión a Rusia. Su posición ha sido, por lo tanto, cauta. «No podemos despertar falsas expectativas que luego no podamos cumplir», dijo sobre las esperanzas de Ucrania de formar parte pronto de la UE. Acto seguido, para que no pareciera un desplante a Kiev, insistió en que Rusia vulnera los valores de la comunidad internacional por lo que un regreso al G8 es por ahora «inimaginable».
Ucrania, no obstante, jugó fuerte. Su presidente, Petro Poroshenko, dijo esperar de la UE «solidaridad» y reclamó, al igual que Georgia, una señal clara de que sus ciudadanos no necesitarán visado y que podrán viajar sin problemas a la Unión. Según afirmó, hoy ya no queda ninguna duda de que hay «tropas regulares rusas» en su país. También declaró que nadie en la cumbre duda de que la península de Crimea fue anexionada por Rusia.