Las varias réplicas que se sucedieron durante el día obligaron a la gente a seguir en la calle, esperando. «Tenemos mucho miedo de que venga un temblor mayor. ¿Cómo vamos a meternos en algún sitio?», se pregunta Chejum Gurung, una mujer que ha decidido pasar la noche al raso junto a sus vecinos. «Solo rezo para que esto termine». Como ella, muchos montaban sus sacos de dormir al borde de las carreteras, fuera del alcance de los edificios a medio caer.
La gente era asistida en plena calle -los hospitales estaban saturados-, mientras en la plaza Durbar se montaba una campaña espontánea de donación de sangre. En otro punto de la ciudad, el estudiante Shyam Krishna relataba cómo vio desplomarse una iglesia en la que se habían congregado unos 50 fieles. Quienes pueden, trataban de ayudar, pero faltan medios, sobre todo maquinaria pesada. A los voluntarios no les queda otra opción que retirar los pesados escombros con sus propias manos. Google ha puesto a disposición de los usuarios un buscador para compartir y divulgar información sobre los desaparecidos.