Duras condenas a mercenarios de Blackwater por la matanza de 14 civiles indefensos en Irak

Victoria Toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

WATHIQ KHUZAIE / POOL

El que comenzó a disparar, Nicholas Slatten, pasará toda su vida en la cárcel; sobre los otros tres, Paul Slough, Dustin Herard y Evan Liberty, pesan penas de 30 años

15 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Fue el infierno». Así es cómo describió un testigo lo que pasó en la plaza Nisur de Bagdad el 16 de septiembre del 2007. Ese día murieron 17 civiles iraquíes, según Bagdad, catorce, según Washington, por los disparos de siete empleados de la compañía de seguridad Blackwater. Cuatro de esos hombres han sido condenados ahora a duras penas de prisión por un tribunal estadounidense. El que comenzó a disparar, Nicholas Slatten, pasará toda su vida en la cárcel; sobre los otros tres, Paul Slough, Dustin Herard y Evan Liberty, pesan penas de 30 años. Un quinto guardia, Jeremy Ridgeway, que se declaró culpable de homicidio voluntario en el 2008 y aceptó testificar contra sus antiguos compañeros aún no ha sido sentenciado.

Blackwater tenía el encargo de asegurar el paso de un convoy estadounidense por aquella plaza. Según la defensa de los mercenarios, estos repelieron un ataque insurgente y las consecuencias fueron las propias de una guerra urbana. Pero los fiscales han demostrado que lo que hicieron fue provocar una emboscada contra civiles iraquíes indefensos. «Vi gente acurrucada entre los coches tratando de proteger a sus hijos con sus propios cuerpos», declaró en el juicio otro de los guardias de Blackwater, Adam Frost, cuyo testimonio ha sido clave para la condena. Entre los muertos hubo dos niños de 9 y 11 años. El padre de uno de ellos que viajó desde Irak a EE.UU. para testificar explicaba así cómo actuaban estos guardias en Irak: «Blackwater tenía tanto poder como Sadam Huseín».

Fin del contrato

Blackwater, fundada por Erik Prince, uno de los mayores donantes del Partido Republicano, consiguió durante las campañas de Irak y Afganistán contratos por valor de mil millones de dólares. Pero la matanza de la plaza Nisur provocó la condena internacional y abrió el debate sobre la presencia de empresas privadas en las guerras. Tras aquellos sucesos, Blackwater dejó de trabajar para el Gobierno en Irak, aunque documentos filtrados por Wikileaks probaron que cientos de sus empleados siguieron allí contratados por otras compañías.