Obama y Castro abren una nueva era

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MANDEL NGAN | AFP

Tras sellar el deshielo con un apretón de manos, se declararon dispuestos a «hablar de todo» en el primer cara a cara entre un presidente de EE.UU. y de Cuba desde 1959

13 abr 2015 . Actualizado a las 00:37 h.

La VII Cumbre de las Américas será recordada como la cumbre de la reconciliación por la presencia por primera vez en el foro de todos los países del continente y el deshielo entre dos países enemigos durante más de medio siglo. La cita comenzó con el esperado apretón de manos entre Barack Obama y Raúl Castro. A la escenificación del acercamiento abierto entre Estados Unidos y Cuba el 17 de diciembre le siguió anoche la primera reunión entre un presidente estadounidense y uno cubano desde que lo hicieran Dwight Eisenhower y Fulgencio Batista en 1956, también en Panamá.

En ese cara a cara histórico los dos de declararon dispuestos «a hablar de todo» en el proceso hacia la normalización bilateral. «Puede ser que nos convenzan de unas cosas y de otras no, no hay que hacerse ilusiones», sostuvo Castro también, ante las «muchas diferencias» entre uno y otro Gobierno. Los protagonistas aparecieron sentados uno al lado del otro en una pequeña sala dentro del Centro de Convenciones Atlapa de Panamá, sede de la cumbre.

Poco antes, en la reunión plenaria de la cumbre, Obama y Castro utilizaron sus intervenciones para expresar que no hay marcha atrás en su reconciliación. El inquilino de la Casa Blanca dio por cumplido su compromiso de abrir relaciones con La Habana, en el que Washington «no será prisionero del pasado» y buscará el progreso en las relaciones bilaterales a través del acuerdo en «valores universales comunes», independientemente de la «ideología».

«Los cambios de política hacia Cuba abren una nueva era en el hemisferio (...) El hecho de que el presidente Castro y yo estemos sentados aquí es un hecho histórico», expresó. «Marca un nuevo inicio entre los pueblos de EE.UU. y Cuba. Ahora, son más los norteamericanos que podrán viajar a Cuba, con más comercio y con, potencialmente, más oportunidades y recursos para el pueblo cubano», añadió.

El octogenario orador

«Ya era hora de que yo hablara aquí». Así se estrenó Raúl Castro al tomar la palabra para dejar constancia de que Cuba participa por primera vez en una Cumbre de la Américas desde la fundación del foro en 1994. Expresó también su voluntad de avanzar en un «diálogo respetuoso y una convivencia civilizada entre ambos Estados, dentro de nuestras profundas diferencias».

Y luego se alargó en sus elogios a Obama: le eximió de la responsabilidad de la política contra la isla llevada a cabo por los «10 presidentes» estadounidenses anteriores, reconoció su «valiente decisión de entrar en un debate con el Congreso para poner fin al embargo», lo calificó de «honesto» y hasta le confesó que lo admira.

El octogenario líder, consciente de que iba a escribir un nuevo capítulo en la historia, desplegó toda su capacidad oratoria, arrancando carcajadas y aplausos del resto de líderes. Al inicio pidió permiso al presidente anfitrión, el panameño Juan Carlos Varela, para superar el minutado asignado a su discurso. «Me pidieron que hablara solo 8 minutos, pero como me deben los [minutos] de las últimas 6 cumbres, 6 por 8: 48 [minutos]», comentó.

El cubano quiso dar una clase de historia y defendió la revolución castrista con pasión, aunque en un momento se dio cuenta de su fogosidad y le pidió «perdón» al estadounidense. «Le pido disculpas al presidente Obama por expresarme así. La pasión me sale por los poros. Él no tiene responsabilidad ninguna», apuntó.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff ,se congratuló del fin de último capítulo de la guerra fría en la región y el papa Francisco pidió un diálogo sincero.