Dirección y plantilla de «Charlie Hebdo» pugnan por el dinero recaudado

fernando iturribarría PARIS / COLPISA

INTERNACIONAL

Patrick Pellouz y Luz durante la rueda de prensa en la que presentaron la portada de después del ataque terrorista
Patrick Pellouz y Luz durante la rueda de prensa en la que presentaron la portada de después del ataque terrorista PHILIPPE WOJAZER | REUTERS

Al borde de la quiebra a finales del 2014, la revista es hoy una próspera empresa que ha pasado de 8.000 a 240.000 suscriptores tras el ataque terrorista del 7 de enero

08 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Tres meses después del atentado yihadista que diezmó su redacción, Charlie Hebdo se divide por los 30 millones de euros recaudados en ventas millonarias, suscripciones masivas y donativos de solidaridad.

La plantilla reclama la creación de una cooperativa de trabajadores en sustitución de la sociedad anónima controlada por los directivos accionistas. A su juicio, sería la fórmula ideal para «escapar al veneno de los millones». «Ese dinero puede ser un regalo envenenado», reconoce Riss, el nuevo director y uno de los socios capitalistas del semanario satírico convertido en símbolo mundial de la libertad de expresión.

Una tribuna cristalizó la semana pasada en Le Monde la crisis larvada entre los supervivientes de la revista. Bajo el título «Por una refundación de Charlie Hebdo», iba firmada por un colectivo formado por una quincena de empleados, entre ellos los dibujantes Luz, Willem y Catherine Meurisse, el periodista de investigación Laurent Léger y el médico Patrick Pelloux, columnista destacado. «La causa que defendemos no es para nada financiera, es una causa justa y moral», aseguraban.

En el escrito, los trabajadores renuncian al derecho a cobrar dividendos por las partes sociales de la cooperativa que preconizan. Su idea es bloquear las «increíbles reservas financieras» para garantizar la perennidad de la cabecera, enjugar deudas, consolidarla, desarrollarla y modernizarla. Se niegan a que el semanario, «convertido en una presa tentadora, sea objeto de manipulaciones políticas y financieras» y que «un puñado de individuos tome el control, total o parcial».

Al borde de la quiebra a finales de 2014, Charlie Hebdo es hoy una próspera empresa que ha pasado de 8.000 a 240.000 suscriptores tras el ataque terrorista del 7 de enero. A esos ingresos fijos se suman los beneficios por los ocho millones de ejemplares del número editado una semana después del atentado y la multiplicación de ventas. A las boyantes reservas financieras también han contribuido los 2,4 millones recibidos en donativos particulares además de ayudas públicas como el millón entregado por el Ministerio de Cultura.

El capital está detentado actualmente en un 40% por los padres de Charb, el director asesinado; en otro 40% por el dibujante Riss, su sustituto, herido de bala; y en un 20% por el director gerente Eric Portheault. Los dirigentes se amparan en el período de luto para no manifestarse en público sobre las exigencias de los trabajadores. Pero parecen poco dispuestos a cambiar la estructura de una empresa enriquecida por una inyección de 30 millones. «Todo ese dinero hace más daño que bien. Hace pensar en esos entierros donde uno ya se pelea al volver del cementerio por las joyas de la abuela», declaró el abogado de la dirección.