¿Vale la pena buscar con tanto ahínco la segunda caja negra?

Efe LUIS MIGUEL PASCUAL

INTERNACIONAL

Los expertos aseguran que poco va a aportar a la investigación, ya que la primera ya reveló lo esencial

30 mar 2015 . Actualizado a las 19:31 h.

Siete días de intensas labores de búsqueda de la segunda caja negra del A320 que se estrelló en los Alpes franceses no han dado por el momento resultado, aunque varios expertos dudan de que los datos que revele cambien radicalmente el relato del suceso. «Poco va a aportar a la investigación la segunda caja negra» del A320, «porque la primera ya reveló lo esencial», opina el experto en accidentes aeronáuticos Gérard Feldzer, que se pregunta por la urgencia de las autoridades en hallarla.

Su opinión es corroborada por otros especialistas en la materia, aunque también hay quienes piensan que los parámetros de vuelo que registra son esenciales para confirmar lo que dice la primera, que contiene la grabación de lo que sucedió en la cabina. Una semana de intensa búsqueda no ha permitido hallar la segunda caja, mientras que la primera apareció el mismo día del accidente.

El periodista Frédéric Beniada, especializado en información aeronáutica, opina que «el relato que ha dado el fiscal de Marsella», Brice Robin, sobre el accidente «es incompleto y en algunos puntos inexacto», por lo que «los técnicos deben de tener la segunda caja para corroborar lo que apunta la investigación». El análisis de la caja negra que graba todos los sonidos de la cabina ha permitido a los investigadores determinar que el copiloto, el alemán Andreas Lubitz, estrelló de forma voluntaria el avión en los Alpes.

Beniada admite que «el 90 %» de lo que pasó en el vuelo Barcelona-Düsseldorf del pasado martes «ya se sabe», pero faltan flecos que pueden dejar abiertas las interrogaciones. «No hay duda de que el copiloto estrelló el avión de forma voluntaria, pero falta por saber cómo lo hizo», explica.

Feldzer es más escéptico sobre ese punto y afirma que «lo que esconde la segunda caja negra son detalles que lo único que van a hacer es confirmar lo que los investigadores ya saben». Este experto, que lleva años investigando catástrofes aéreas, afirma que «en este accidente el papel de las cajas negras se ha invertido», ya que «normalmente la de los parámetros revela las circunstancias del accidente y la del sonido es la complementaria».

Jean-Pierre Otelli, piloto militar jubilado y autor de una veintena de libros sobre accidentes aéreos, coincide con Feldzer y asegura que «en ningún caso la segunda caja negra va a conducir a un relato diferente» del que se desprende de la primera. «Nos va a dar algún detalles sobre el vuelo, como la altura que fijó el copiloto. También va a confirmar la tasa de descenso que programó, que según el radar fue de unos 3.000 pies por minuto», señala.

Nada que cambie radicalmente la hipótesis de que Lubitz se suicidó y arrastró consigo a los otros 149 ocupantes del avión. Los expertos consultados son categóricos a la hora de señalar que Lubitz no calculó el lugar en el que pretendía que el avión se estrellara. «Se limitó a reducir la altura, no cambió la trayectoria», afirma Otelli, muy escéptico con la teoría que sostiene que el copiloto quiso suicidarse en un lugar donde en su adolescencia practicó el vuelo sin motor. «Tenía la idea de suicidarse y ese día tuvo la oportunidad. Si no lo hubiera hecho esa vez lo habría hecho en otra», completa Feldzer.

Otelli sospecha, incluso, que el piloto no sabía exactamente que estaba sobrevolando los Alpes. «Aprovechó que se había quedado solo en la cabina», dice. Que no cambiara la trayectoria fue justo lo que alertó al control de tierra en Aix-en-Provence de que algo no iba bien en el vuelo. «Cuando hay una avería, el protocolo dice que hay virar a izquierda o derecha y en este caso se mantuvo la trayectoria», indica el experto.

«Ni siquiera desconectó el piloto automático», agrega Feldzer, ya que en ese caso suena una alarma que no ha quedado registrada en la primera caja. Tampoco para eso parece necesaria la segunda caja negra, por lo que el experto se pregunta si es necesario tanto esfuerzo para encontrarla.

El avión golpeó la montaña alpina a 700 kilómetros por hora por lo que la caja «puede estar enterrada varios metros», señala Beniada. Además, como no está en el agua, no emite una señal sonora, por lo que hallarla «será casi más difícil» que encontrar la del avión que cayó en el Atlántico en el vuelo Río de Janeiro-París en el 2009.

En aquella ocasión, las autoridades invirtieron ingentes cantidades de dinero en localizar bajo el agua los restos del A330 que cayó al mar con 228 personas a bordo, lo que precisó de casi dos años de búsquedas en el mar. «Pero una vez que los encontraron, hallar la caja negra fue más sencillo. En esta ocasión, no sería extraño que no apareciera nunca entre más de dos toneladas de chatarra repartidas en más de dos hectáreas de terreno», explica Beniada.

Lo que no quita, señala, que deba seguir buscándose porque «la experiencia nos dice que un fleco, por pequeño que sea, en una investigación como ésta, puede generar muchas dudas».