«¡Abre la maldita puerta», gritó el comandante al copiloto de Germanwings

La Voz AGENCIAS

INTERNACIONAL

El piloto del avión siniestrado trató de derribar la puerta con un hacha después de que Lubitz la bloqueara

29 mar 2015 . Actualizado a las 10:13 h.

¡Abre la maldita puerta!», gritó el comandante del avión de Germanwings, Patrick Sondheimer  a su copiloto que llevaba el avión contra la montaña suscitando los gritos de pánico de los pasajeros pocos minutos antes de estrellarse.

Estas informaciones, procedentes de la caja negra que registraba el sonido ambiente de la cabina, han sido reveladas por la edición dominical del diario alemán Bild.

Las grabaciones del vuelo recogidas por la Fiscalía francesa revelan un lapso de once minutos desde que el capitán abandona la cabina hasta que el avión se estrella en los Alpes. La grabación puso de manifiesto que el copiloto trancó la puerta de la cabina cuando el comandante se fue al baño, poco antes de estrellar el avión. Pero no detalló los intercambios que protagonizaron los dos hombres.

Según Bild, durante los 20 primeros minutos del vuelo, el comandante Patrick S. y su copiloto Andreas Lubitz hicieron comentarios banales. Explica, por ejemplo, a su copiloto que no ha tenido tiempo de ir al baño antes de despegar en Barcelona. Nada más terminar la comprobación del protocolo de aterrizaje, sobre las 10.27 de la mañana, el copiloto Andreas Lubitz indica al capitán Sondheimer que ya puede abandonar la cabina para ir al lavabo. «Ya puedes salir», dice Lubitz. Dos minutos después, el avión comenzó su descenso.

El piloto sale para ir un momento al baño y el avión empieza a descender. Poco después, se oye un «ruido fuerte» como si alguien tratara de entrar en la cabina, escribe Bild. Después la voz del piloto que dice: «¡por el amor de Dios, abre la puerta!». De fondo, los pasajeros empiezan a gritar, dice el diario. El comandante trata de abrir la puerta con ayuda de un hacha y después grita: «¡Abre esta maldita puerta!».

Hacia las 10H40, el Airbus toca la montaña, se oyen los gritos desesperados de los pasajeros. Son los últimos ruidos de la grabación, escribe Bild. Inmediatamente después, el aparato se estrella a 700 km/hora y se desintegra con sus 150 ocupantes en los Alpes franceses.

Lubitz permaneció en silencio durante todo el descenso e ignoró hasta dos avisos de la computadora para ganar su altitud.