Lech Walesa: «Putin quiere dividir Europa»

María Cedrón GDANSK / ENVIADA ESPECIAL

INTERNACIONAL

Aboga por la solidaridad entre estados para hacer frente a los deseos del líder ruso y urge una reforma de la OTAN para adaptarla al nuevo orden internacional

22 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Colgados en la reja de la puerta 2 que da entrada al antiguo astillero Lenin, en Gdansk, hay un cartel que recuerda las 21 peticiones de los trabajadores durante la huelga de 1980, varios ramos de flores, una imagen del Papa Juan Pablo II y otra de la Virgen de Czestochowa. Lech Walesa (Popowo, 1943) lleva siempre en la solapa un pin de esa Virgen morena. No se lo ha quitado desde que su confesor y amigo Henryk Jankowski se la regaló hace ya más de treinta años. El líder del sindicato Solidaridad enarboló la bandera del catolicismo como instrumento de libertad frente al régimen comunista. Durante el paro de los astilleros Lenin, en 1980, solía encaramarse sobre esa misma valla para explicar  su lucha a los polacos que se agolpaban al otro lado para llevarles víveres. Porque todos los gremios estaban con ellos. 

Nora Orlowska era una de aquellas personas que se acercaba para mostrar su apoyo. Ahora vuelve a ese mismo lugar donde se levanta la sede de la Fundación Walesa. Lo hace como traductora. Porque ahí, con vistas a las viejas grúas donde trabajó como electricista, tiene su despacho el que fue presidente de Polonia entre 1990 y 1995 y Premio Nobel de la Paz en 1983. Y  es también donde recibe. No le gusta perder el tiempo. Huye de presentaciones largas. Saluda con un apretón de manos e invita a sentarse en un sofá para ir directamente al grano. Para alguien que condujo a Polonia hacia la democracia y que fue uno de los protagonistas de la caída del Telón de Acero, Europa está viviendo ahora un nuevo episodio histórico en el que ha de estar unida para poder hacer frente a un Vladimir Putin que quiere dividirla para imponer sus deseos. 

-Usted conoce bien a los rusos. Negoció en su día con Boris Yeltsin la retirada del Ejército Rojo de Polonia y lo logró. Díganos, ¿cómo es Vladimir Putin?

-Realmente hay dos Putin. Uno era el que comprendía lo que pasa, el que mantenía a todos los rusos fuertes bajo su mano, pero hacía reformas. Rusia es un país con cincuenta nacionalidades. Por eso es preciso sujetarlos a todos con fuerza para que no se separen. A ese Putin hay que ayudarlo. Pero hay otro, el de la KGB, el que piensa reconstruir la Unión Soviética, el que quiere dividir a Europa y que nos peleemos entre nosotros. A ese no hay que ayudarle. Por tanto, hay que observarle. Ayudar al bueno, pero al otro no. 

-¿Puede Europa u Occidente frenar a ese otro Putin al que no debemos ayudar? 

-Claro. Solamente tenemos que ser solidarios entre nosotros. Debemos de entender Europa como un único país. Desde un principio dije que el mundo occidental debía buscar veinte buenos expertos que se pregunten qué hacer para sacar a Putin y a Rusia de ese mal camino por el que van. Ese grupo de expertos tendrían que elaborar diez o quince puntos donde indicarían qué deberíamos hacer. Esas recetas deberían de ser presentadas a cada uno de los países occidentales. A España, a Polonia o el que Estado que sea y ver qué cosas de esa lista se pueden llevar a cabo para lograr ese objetivo.

-¿Entonces todos los países occidentales deberían hacer juntos un frente común?

-Deberían estar todos juntos, pero cada uno haría una cosa. Lo que pudiera. Uno no compra algo, otros no venden algo... Tendrían que dividir el trabajo de forma seria y en base a lo que convenga. Pero ese grupo de veinte personas tendría que controlar lo que ocurre y decir a los países «ustedes tienen que hacer algo más». De hecho, en ese grupo de veinte personas debería haber cinco que lo toleren y que hablen con él todos los días. Que uno le diga un día «cuánto perdiste ayer, nosotros perdimos tanto». Al otro día le llama otro y le pregunta «cuánto has perdido...» Eso deberían de hacerlo todos los días hasta que alguien diga «bueno hay que acabar con esto. Nosotros te vamos a ayudar a salir de esto». Esa estrategia es la que propuse desde el principio, pero no me escucharon.

-Polonia apoyó la aproximación de Ucrania a la UE, pero ahora las riendas de la negociación entre Rusia y la UE sobre Ucrania las llevan Hollande y Merkel. ¿Cree que han desplazado a Polonia en ese asunto?

-Todos estamos en la UE, pero tenemos que organizarnos. Debemos actuar de forma organizada. Cuando Merkel u Hollande van a hablar a alguna cumbre sobre el asunto han de contar con el permiso de todos para que de esa forma se vea que todos actuamos juntos. No que cada uno va por su lado. De haber actuado la UE como una unidad habríamos solucionado el problema porque Putin pretende dividirnos, que nos peleemos entre nosotros. 

-¿El divide y vencerás es su estrategia ahora?

-Claro, y la nuestra para hacerle frente debería de ser la solidaridad.

-Hace ya unos días el señor Jean-Claude Juncker propuso la creación de un ejército común europeo, pero el ministro de exteriores polaco aboga por reforzar la OTAN. ¿Usted que opina?

-El problema es que no haya otra vez dos organizaciones porque nos estaríamos dividiendo. Tendríamos que colaborar, que el tema de la defensa sea un asunto de solidaridad. No importa como se llame.

-¿Tendríamos que reformar organizaciones como la OTAN y Naciones Unidas?

-Lógico. Habría que reformar uno y otro. Los tiempos han cambiado, hay que hacer otros programas, otras estructuras...

-¿Qué programas habría que desarrollar?

-La OTAN se inició contra el Pacto de Varsovia. No hay eso ahora. No tiene sentido entonces. La OTAN tiene que cambiar. Como no la hemos cambiado todavía tenemos ahí algo que no sabemos lo qué es.

-¿Esa reforma de instituciones de la que habla resulta muy urgente entonces?

-Claro porque ya estamos atrasados. De haber reformado la OTAN antes, no existiría el actual problema de Rusia y Ucrania.

«Cada ciudadano debería gobernar de alguna forma para saber qué es»

ABRALDES

No vive anclado en el pasado. Es consciente del cambio que ha experimentado Europa y de las nuevas corrientes políticas que están floreciendo en los diferentes países de la UE. Pese a ese nuevo contexto cree que los ciudadanos deben ser aún mucho más activos. Aunque insta a que sean ellos los que controlen a sus respectivos gobiernos, también invita a que colaboren porque solo de esa manera entenderán lo que es gobernar.  

-Las últimas elecciones en Grecia han dado el poder a Syriza. En España,  donde pronto habrá que ir a las urnas, Podemos ha alcanzado una gran popularidad... ¿Qué opina de estas corrientes?

-Es la democracia. Son las elecciones. Vamos de una pared a otra. Tenemos que vivir una vez de un lado con un gobierno de izquierda y otra de otro con otro de derechas. La gente tiene que ser más activa. Cuando los elegidos no resultan buenos, debemos pensarlo mejor antes de volver a respaldarlos. 

-Dice que la gente tiene que ser más activa. ¿Se refiere, por ejemplo en el caso de España donde el índice de abstención es elevado, a que deben ir a votar?

-El problema es que votan y después no se preocupan por el resultado. Tenemos que controlar a esos a los que hemos votado y estar con ellos, colaborar con ellos. Quizá más que controlarlos en el sentido estricto, habría que hacerles ver que se está comprobando que están haciendo todo lo que se puede hacer. Hay que hacer que más gente participe en el Gobierno. Cada uno tendría que gobernar de alguna forma para saber qué es. Para que los ciudadanos no pidan cosas que sean imposibles. Para ser más responsables. Porque la gente va a una manifestación, grita y después se va a casa. 

-¿Se refiere a que se impliquen en propuestas como la lanzada hace unos días por el ministro griego de Economía que pedía a los ciudadanos que alerten sobre aquellos que no declaran o cometen fraude?

-Hay que ser responsable. Saber que tenemos derechos, pero también obligaciones. En el caso de que la gente participara en el Gobierno sabría que hay que pagar impuestos. Eso tenemos que aprenderlo de nuevo. 

-¿Habría que reeducar a la sociedad?

-Claro, para que se adapten a los nuevos tiempos. Antes había enemigos, fronteras... Ahora tenemos un país que es Europa y en este país tenemos que unificar aún muchas cosas. Cuando nuestros bisabuelos inventaron la bicicleta decidieron construir un país porque el pueblo era demasiado pequeño para montar en esa bicicleta. Ustedes hicieron España, nosotros Polonia... Después se inventó Internet y el avión. Entonces ahora tenemos que tener algo más grande que el país porque ese tipo de medios nos permiten ir más lejos.

-¿Debemos colaborar más que ahora? 

-Europa debe tratar los temas como un país. No todos, pero hay algunos en los que es necesario estar unidos.

-¿No podemos tener una Europa de dos velocidades?

-No. Hay una Europa y basta. La pregunta es que cuando había un país teníamos nuestra religión, nuestra cultura... Pero ahora somos uno y tenemos que hacerlo todo en común La primera pregunta es cuáles tienen que ser nuestras bases comunes. Unos dicen que todo tenemos que construirlo en base a la libertad. Otros dicen que no, que ha de estar basado en los valores porque son más  importantes que la libertad. Tenemos que hacer diez mandamientos laicos sobre valores, que sean una base para toda Europa sobre la que poder construir  la democracia. Es lo que exige este momento histórico que estamos viviendo. Hasta que no hagamos eso todo será un desastre porque uno hará una cosa y otro, otra. 

«Con el problema de la inmigración cada uno hace lo que le parece y eso no es nada bueno»

Pensar en Europa como un país, dice Walesa, es el primer paso antes de poder intervenir unidos en otros asuntos que preocupan a la comunidad internacional como Venezuela. «Vamos a resultar una potencia que trabaja  bien y nos comprendemos entre nosotros, algo que no podemos hacer ahora. Por eso estoy a favor de que organicemos Europa, entonces seremos una potencia capaz de poder reformar a otros».

-En el cambio del comunismo a la democracia en Polonia contó con la ayuda del Papa Juan Pablo II. ¿El actual Pontífice debería mediar en conflictos como ha hecho en Cuba?

-Era otra época. El mundo estaba dividido. No nos permitían unirnos. Cada prueba de organizarse era destruida. El Papa polaco nos unió en la oración y la oposición usó esta unificación para cambiar el sistema. Ahora no hay contra quien luchar, hay que trabajar el desarrollo de Europa y otros continentes. Otro Papa, otros tiempos.

-La inmigración ilegal es otro de los problemas de Europa, ¿qué podemos hacer?

-Hay varios países que tienen  problemas con esto porque no estamos organizados. Tendría que ser un asunto de Europa y no solo de determinados países. Entonces trataríamos de llegar a una solución, pero como no estamos organizados cada uno hace lo que le parece y eso no es nada bueno.

-¿Cómo ve el cambio de Polonia con la perspectiva que le dan los años?

-Todo va en buen camino y yo lo haría más rápido y tal vez mejor, pero la democracia es la democracia. En el caso de Polonia eligió a otros, pero luché por ella y tengo que estar de acuerdo.