La esperanza de la unión de árabes israelíes

L. F. P. Beer Sheva / corresponsal

INTERNACIONAL

AHMAD GHARABLI | AFP

17 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«No es que estén emocionados, pero algo de esperanza hay, partiendo de la desesperación en la que vivimos». Amir Abo Kweder ha contribuido a la campaña que ha llenado la aldea de Alzarnoug, en el Negev, a 100 kilómetros de Jerusalén, de carteles de la Lista Unitaria Árabe. Se optó por ese nombre porque es, desde diferentes ideologías, una apuesta común por la mejora de la vida de los ciudadanos árabes israelíes, el 24 % de la población de Israel. Por primera vez, tres partidos árabes se presentan bajo la candidatura de Ayman Odeh y se sitúan como tercera fuerza política. Son Balad, nacionalista palestino, Ta?al (Movimiento Árabe por el Cambio) y el comunista Hadash (Frente Democrático para la Paz y la Igualdad).

Amir llama la atención sobre los 250.000 beduinos que viven en aldeas no reconocidas y sin municipalidad a la que acogerse pero que tienen derecho a voto. «La narrativa israelí ha intentado distanciarlos de los palestinos -considera-, pero también son minoría árabe palestina» que quedó dentro del Estado de Israel cuando fue creado en 1948. Tratados, al igual que el resto de los 1,8 millones de árabes israelíes, como ciudadanos de segunda, tienen los niveles más bajos de pobreza del país. El objetivo de la lista unitaria es acabar con la discriminación que el Estado israelí, basado en su singularidad judía, ejerce con este colectivo.

La integración de la candidatura árabe en un futuro Gobierno de coalición parece, sin embargo, inviable. Aunque Hergoz les ha ofrecido ya a un ministerio, no se espera que Ayman Odeh acepte, aunque sí ha dicho que apoyará la investidura del líder laborista. «No gobernaremos, pero nuestra situación crea esperanza para acabar sobre todo con la discriminación que sufrimos», explica Amir.

Es previsible que donde más votos arratren sea en las ciudades mixtas de Jaffa, Haifa y Nazaré, pero otro gran colectivo de árabes que residen en la ocupada Jerusalén Este no tendrán derecho a voto aunque viven bajo administración israelí. Es el caso de Bassen que rechazó la ciudadanía tras la ocupación y anexión de la zona oriental en 1967 por Israel, así que mantiene la residencia permanente por la que optaron la mayoría de los árabes, que no les da derecho al sufragio.

A pesar de sus comunes planteamientos frente a la discriminación de la minoría árabe, las diferencias pasan por debates más en profundidad, como el derecho al retorno o el reconocimiento de la nacionalidad palestina. Entre sus miembros hay judíos, laicos, islamistas y comunistas.

La posibilidad de que desaparecieran como fuerzas independientes, después de que el ultraderechista Avigdor Lieberman aumentara el porcentaje necesario para entrar en el Parlamento del 2 al 3,25 %, llevó a estos partidos a coaligarse para mantener sus demandas en el Kneset. Y, según los sondeos, alcanzarán peso en la política israelí, aunque no el suficiente para condicionarla.