Crimea celebra sin remordimientos el aniversario de su unión con Rusia 

AFP

INTERNACIONAL

Un año después de la celebración del referéndum, Occidente sigue sin considerar legal la anexión del territorio

16 mar 2015 . Actualizado a las 20:48 h.

Fuegos de artificio, conciertos y un sinfín de actos institucionales han llenado las calles de Crimea este lunes. Todo es poco para celebrar el primer aniversario de su incorporación a Rusia, una unión que se hizo efectiva hace un año tras un referéndum que sin embargo Occidente sigue considerando ilegal.

A lo largo de toda la península ubicada en el Mar Negro, la bandera roja, blanca y azul de Rusia adornaba las calles, mientras que en el puerto de Sebastopol, una columna de coches recorrió las principales avenidas para conmemorar las elecciones que determinaron la anexión a Moscú.

El 16 de marzo del 2014, bajo la atenta mirada de soldados de fuerzas especiales sin insignias de ningún ejército, la población de la península -en su mayoría de origen ruso- votó en las urnas reintegrarse a Moscú. Dos semanas antes los agentes sin identificar se habían tomado el parlamento de la península y varios lugares claves de la región. Las autoridades de Crimea afirmaban que el 97 % de sus habitantes votarón por el «Sí», pero el referéndum, que se desarrolló sin la presencia de observadores independientes, fue considerado como «ilegal» por Ucrania y los gobiernos occidentales. Solo un día después de que las elecciones crimeas, la Unión Europea salió rápidamente a reafirmar su condena a «la anexión ilegal» de la península, asegurando que le inquietaba la «creciente militarización» de este territorio.

Tras el polémico referéndum, comenzó un levantamiento de los separatistas en el este de Ucrania, que derivó en un conflicto armado que se extiende desde abril y que ha provocado cerca de 6.000 muertos. Aunque Rusia niega estar apoyando a los rebeldes prorrusos, Occidente y Ucrania afirman que estos han recibido tropas y armas desde Rusia.Pese a las sanciones económicas impuestas por Occidente, Vladimir Putin firmó dos días después el decreto que anexionó Crimea a Rusia.

«La elección era obvia: Ucrania, lo que implicaba sangre y guerra, o Rusia, que es paz y estabilidad», dijo el primer ministro, Sergei Aksyonov, en un discurso en la ciudad de Simferopol. Aksyonov, que lucía una escarapela tricolor, con los colores de la bandera rusa en su solapa, agradeció en su discurso a Putin y afirmó que «el presidente había mostrado mucho valor y determinación política al apoyar los resultados del referéndum».

Descontento de los tártaros

El enviado de Moscú a Crimea, Oleg Belaventsev, dijo que el referéndum era un día histórico, mientras que el congreso de la península celebró una sesión especial que comenzó con la entonación del himno de Rusia y que fue retrasmitida por televisión. En Sevastopol, donde está estacionada parte de la flota rusa, miles de personas asistieron este lunes a un concierto de cuatro horas de duración, tras el cual se lanzaron fuegos artificiales.

Para muchos rusos, la anexión de Crimea es un acto de justicia histórica después de que el líder soviético Nikita Jrushchov le entregara la península a Ucrania en 1954, cuando ambos países formaban parte de la URSS. En un documental emitido el domingo, el presidente ruso reconoció el rol de soldados rusos en la toma del parlamento de Crimea. «Teníamos que reforzar nuestra presencia militar en Crimea» para crear las condiciones para un referéndum, dijo Putin, cuya popularidad alcanza niveles del 90 %.

Sin embargo, la minoría tártara que se opuso a la anexión se ha quejado de un clima de temor y han denunciado la detención de algunos activistas. Por otra parte, el desplome del rublo por las sanciones impuestas por occidente a Rusia encarecieron el costo de la vida. «Estamos contentos de habernos unido a Rusia», dijo el ingeniero Ivan Grigorevich, de 65 años, quien matizó su alegría diciendo que «era más barato vivir bajo el régimen ucraniano». Tatiana Tsarevna, de 60 años, expresó su descontento con la forma en la que se trata a los ancianos. «Tenemos que hacer colas para las pensiones. Somos muy pobres», aseguró. Sin embargo, Tsarevna afirmó que «cree en Putin», pero que no espera nada de las autoridades locales.