Grecia eleva la tensión con Alemania al reclamarle reparaciones de guerra

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

LOUISA GOULIAMAKI | AFP

Amenaza con confiscar bienes germanos si Berlín no acepta sus demandas

12 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Europa se despertó ayer con la amenaza cumplida de Grecia: Atenas exigirá compensaciones económicas a Berlín por la devastación que ocasionaron las tropas nazis en el país durante la Segunda Guerra Mundial.

La noticia saltó de madrugada, después de que el Parlamento heleno votase de forma unánime a favor de la creación de un comité que se encargará de reclamar a Alemania reparaciones de guerra, la devolución de las obras de arte expoliadas durante la invasión y  el reembolso de un préstamo forzado que el Banco de Grecia tuvo que conceder al Tercer Reich. Aunque Atenas no ha hecho públicos sus cálculos, la prensa local, que ha tenido acceso a documentos confidenciales, cifra en 162.000 millones de euros el coste de las infraestructuras destruidas y las posibles indemnizaciones a las víctimas. El préstamo oscilaría entre los 7.000 y los 11.000 millones de euros.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, calificó de «deber moral» la petición. «Debemos mantener vivos los recuerdos, no para avivar la falta de confianza entre pueblos, sino para recordar lo que puede pasar cuando en vez de solidaridad se imponen los sentimientos de superioridad nacional», aseguró.

Aunque la reclamación no es nueva, el momento elegido para dar impulso a esta iniciativa es estratégico. Grecia vive una delicadísima situación económica y su Gobierno está sufriendo el desgaste de las negociaciones con los socios del Eurogrupo, quienes se niegan a abrir el grifo de la financiación si no hay reformas drásticas en el país. La crisis interna abierta en el seno de Syriza, a raíz de las concesiones hechas en las últimas semanas por el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, ha empujado a Tsipras a enarbolar la causa como arma de distracción. Así es como lo ven en Berlín, donde el portavoz del Ejecutivo, Steffen Seibert, pidió a Grecia  que deje a un lado los «debates emocionales» y se centre en los «problemas del presente» antes de  zanjar la polémica asegurando que Alemania no rendirá cuentas ante Atenas. «Somos muy conscientes de la responsabilidad histórica con las víctimas del nazismo pero el capítulo sobre las reparaciones ha quedado legal y políticamente resuelto».

Lo cierto es que las compensaciones que Grecia exige a Alemania podrían ayudar a los helenos a aliviar la pesada carga de su deuda pública, que pocos en Europa quieren aligerar. Tsipras está dispuesto a llegar hasta el final para cumplir con una de sus promesas electorales y critica que Berlín haga oídos sordos a su petición: «Los gobiernos alemanes han elegido el silencio, los trucos legales y los aplazamientos». Su ministro de Justicia, Nikos Paraskevópulos, fue más allá y amenazó con confiscar bienes germanos si Berlín no acepta resarcir a las víctimas. El Supremo griego falló en el año 2000 a favor de la demanda de un colectivo que buscaba justicia para los asesinados por el régimen nazi. La Justicia dictó una sentencia con la que se abrían las puertas a la expropiación de bienes alemanes. El Gobierno heleno la bloqueó entonces para evitar conflictos diplomáticos. Paraskevópulos no tiene inconveniente en abrir de nuevo la caja de Pandora. «Estoy listo para firmar», advirtió desafiante.  

En medio del ruido provocado por las bravatas de unos y los reproches de otros, suenan las alarmas por la aparente insolvencia de Grecia. Analistas, medios de comunicación y algunas voces anónimas dentro del Gobierno alemán dan por perdidos los 80.000 millones de euros que prestaron al país heleno. Ya lo anticipó el propio Varufakis: «La gente lista en Bruselas, Fráncfort y Berlín sabían en mayo del 2010 que Grecia nunca iba a devolver sus deudas».

Atenas y la troika se vuelven a ver las caras

La escalada de tensión entre Grecia y Alemania dejó en un segundo plano el reencuentro más esperado de los últimos meses, el de Atenas y la antigua troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional).  

Las relaciones estaban rotas, «muertas» según el Gobierno heleno, pero las necesidades de financiación que está pasando Atenas obligaron a Tsipras a sentarse a negociar con las «instituciones», como se le llama ahora al tridente de acreedores que tiene a los griegos en pie de guerra. Estos días perfilan en Bruselas y Atenas el paquete de reformas que Grecia deberá poner en marcha de inmediato si quiere recibir la ayuda financiera del rescate.

Para hacer el trámite más digerible a los griegos, en esta ocasión se decidió que las negociaciones políticas entre los representantes helenos y «el grupo de Bruselas», como se le llama de forma eufemística a la troika, se celebrasen ayer en la capital belga. A Atenas solo acudirán funcionarios a trabajar codo con codo junto a los técnicos helenos, nunca políticos de alto rango para evitar la «humillación» a sus autoridades.

Según confirmaron ayer fuentes de la Comisión Europea, la cita más importante tendrá lugar en Atenas. Solo recabando los datos en el terreno, la troika podrá hacerse una idea de la situación en la que se encuentran las cuentas helenas y las necesidades que tiene de poner en marcha las reformas. Las especulaciones se multiplican y algunos ministros europeos ya han mostrado su malestar en los últimos días por el hermetismo con el que el nuevo Gobierno griego guarda las cifras: «No tenemos ni idea de cómo se encuentran», aseguró el ministro alemán, Wolfgang Schäuble, tras el pasado Eurogrupo.

Solo ayer se empezaron a filtrar algunos datos. Todo apunta a que la incertidumbre política que generaron las elecciones del pasado mes de enero ha pasado unaonerosa factura al país. Los ingresos cayeron ese mes un 24% en relación al 2014 y las cifras de crecimiento que Grecia registró en el último trimestre del año se han evaporado.