Tsipras cuenta a los griegos que su país ha dejado atrás la austeridad

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

KOSTAS TSIRONIS | REUTERS

Atenas prepara las reformas que debe presentar mañana a la troika

22 feb 2015 . Actualizado a las 16:41 h.

«Hemos ganado una batalla, pero no la guerra. Las verdaderas dificultades empiezan ahora». Fue el mensaje que lanzó ayer el primer ministro griego, Alexis Tsipras, después de que su Gobierno firmase el viernes un acuerdo que permitirá a Grecia sobrevivir hasta junio esquivando la quiebra. Siempre que Atenas se ciña a las condiciones.

A pesar de lo duro que suena el texto final del Eurogrupo, Tsipras trató de salvar los muebles en casa: «El país deja atrás la austeridad, el memorando y la troika», manifestó en un discurso televisado. Pero las concesiones semánticas no cambian el fondo de un acuerdo que exige a Atenas que de una manera u otra se apriete el cinturón, que concluya «con éxito» el programa de rescate y que acepte la supervisión de «las instituciones», lo que tradicionalmente se conoce como troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional).

La batalla inmediata que tiene Tsipras por delante es la de las reformas. Ahí podrá revolverse para anotarse algún tanto. Ese es el único recoveco que han dejado abierto sus socios para que el Gobierno de Atenas tenga un pequeño margen de maniobra. Grecia se prepara a contrarreloj para presentar mañana un paquete de reformas imprescindible para que la UE abra el grifo del rescate. Deberá hilar fino para conseguir el visto bueno de socios y acreedores ese mismo día. De no hacerlo «tendremos un problema y el acuerdo habrá muerto», advirtió el ministro heleno de Finanzas, Yanis Varufakis.

Si Grecia supera la prueba de fuego del lunes, le esperará el martes el Parlamento alemán, que deberá ratificar el acuerdo, solo después de conocerse los detalles de la propuesta. El encaje de bolillos que deberá hacer Atenas es colosal a la luz de lo que anunció Tsipras. No habrá recortes de las pensiones ni subida del IVA y tampoco aplicarán medidas de flexibilidad laboral mientras no se dé respuesta a la «crisis humanitaria» del país heleno. Por el momento solo se sabe que Grecia se la juega con una lista escueta y poco nítida de medidas: lucha contra la evasión fiscal, ofensiva contra la corrupción y la reforma de las Administraciones públicas para ganar eficiencia. Mañana se verá si Europa se la compra.

Un acuerdo con acento alemán para humillar a Syriza

«Fumata blanca» era lo que esperaba Varufakis. Y la hubo, pero el Gobierno griego se dio de frente con la realidad de una Europa donde las reglas son claras: los acreedores exigen y los rescatados cumplen. El acuerdo que Atenas trata de digerir no se movió un ápice de las grandes exigencias de Alemania. Berlín quiso dar una lección al Gobierno de Syriza: concluir con éxito el actual plan de rescate, asumir reformas en base al actual programa y devolver los préstamos «a tiempo». Todo ello bajo la atenta mirada de las instituciones.

Las normas son claras. Las reformas «profundas» que adopte Atenas deberán «garantizar la estabilidad del sector financiero y promover la justicia social». Nada de suspender reformas adoptadas ni aplicar «medidas unilaterales» como las que anunció Alexis Tsipras para subir el salario base.

Solo un pequeño guiño en el acuerdo. Este año el porcentaje de superávit primario se fijará en función de «las actuales circunstancias económicas» de Grecia. Atenas se compromete a que la cifra «garantice la sostenibilidad de la deuda». La incógnita, cómo lo lograrán.