Se acentúa la deriva autoritaria

INTERNACIONAL

22 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La idea de una conspiración contra el Gobierno venezolano no es completamente inverosímil. Al fin y al cabo, hubo un golpe de Estado en el 2002 contra Chávez, y otro en 1992 de Chávez contra Carlos Andrés Pérez. Pero lo que cuenta el presidente Nicolás Maduro para justificar el arresto del alcalde de Caracas suena demasiado absurdo: se supone que una potencia extranjera bombardearía Caracas para matar al presidente y provocar el caos, y que la contraseña para iniciar el ataque sería el anuncio que Ledezma y otros dirigentes opositores publicaron en un periódico, y que era en realidad un manifiesto de acción política. En el mundo de las conspiraciones, las contraseñas se suelen administrar con más discreción.

Evidentemente, estamos ante una guerra de nervios. Esta gira en torno a un asunto que empieza a resultar cada vez más preocupante: el de si se llegarán a celebrar las elecciones previstas para este año. No es un asunto fácil de discernir, porque es posible que ni el propio Nicolás Maduro haya decidido todavía si sigue trampeando con la legalidad o si, llevando a término su deriva autoritaria, rompe la baraja. Esta duda también es la que mantiene dividida a la oposición venezolana entre los moderados, como Henrique Capriles, que piensan que sí habrá elecciones y que hay que ganarlas para poder desmontar el edificio del chavismo sin violencia, y quienes suponen que no las habrá, o no serán limpias, o creen que no podrán ganarlas debido a la capacidad de movilización del chavismo. Este es el sector de Ledezma, Corina Machado y Leopoldo López.

Fueron ellos quienes, enfrentándose con Capriles, impulsaron el año pasado una campaña de protestas inspirada en el Maidán ucraniano que resultó un desastre: los muertos pasaron de cuarenta, Leopoldo López acabó en la cárcel y la popularidad de Maduro se recuperó durante un tiempo al cerrar filas en torno a él muchos chavistas que se habían desencantado. Ese manifiesto publicado por Ledezma estos días, el que Maduro dice que era la contraseña para lanzar un golpe de Estado, era un intento de aprovechar el aniversario de aquellas protestas para volver a plantear la línea dura frente a la de Capriles, que ahora mismo es la mayoritaria en el MUD, la plataforma de partidos opositores.

La detención de Ledezma podría haber tenido el efecto de empujar a la oposición hacia su postura, pero de momento no es lo que está sucediendo. Aún ayer el secretario ejecutivo del MUD, Jesús Torrealba, reiteraba su compromiso de seguir en la senda electoral e insinuaba que lo que busca Maduro es precisamente crear una emergencia nacional que le sirva de excusa para aplazar o cancelar las elecciones; aunque también es cierto que empieza a parecer que eso podría hacerlo de todos modos. De hecho, no hay que descartar más detenciones en los próximos días, lo que terminaría de desestabilizar la situación. Corina Machado, por ejemplo, también firmó el manifiesto en cuestión, y si ella fuese arrestada, Capriles tendría muy difícil ir a las elecciones. En ese caso Venezuela se encaminaría a una confrontación que, por desgracia, parece cada vez más probable.