El Eurogrupo presiona a Grecia con un ultimátum que vence el viernes

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Varufakis explica la posición de su Gobierno al concluir la reunión del Eurogrupo.
Varufakis explica la posición de su Gobierno al concluir la reunión del Eurogrupo. THIERRY MONASSE | EFE

Dijsselbloem tiende una emboscada en Bruselas a Yanis Varufakis

17 feb 2015 . Actualizado a las 13:02 h.

«Esta semana, eso es todo». Es el ultimátum que le dio ayer el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, al nuevo Gobierno griego para solicitar una extensión del actual rescate y evitar la quiebra del país heleno. Ni un ápice se movieron los socios europeos de la propuesta que pusieron sobre la mesa de negociación la semana pasada y que provocó el plantón de la delegación griega: «No hay alternativa a la demanda de una extensión del programa, es una necesidad», afirmó con resignación el comisario de Economía, Pierre Moscovici, tras la reunión que mantuvieron los ministros de finanzas del euro.

Su afirmación dejó perplejos a los griegos que, horas antes, se mostraban dispuestos a firmar una propuesta diseñada por la propia Comisión Europea y que fue saboteada después por Dijsselbloem, más comprensiva con lo que defiende Atenas. Quién o qué hizo que el francés se desdijese y pidiese a Grecia ser «lógicos y no ideológicos», es una incógnita. Los griegos apuntan a Berlín. Su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, se encargó de encender los ánimos antes de aterrizar en Bruselas, con unas declaraciones consideradas incendiarias en Atenas.

El plan del holandés estaba milimétricamente planificado para forzar la capitulación de los griegos. Tal y como estaba previsto, el ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, tardó poco en echar por tierra el borrador del acuerdo. A media tarde, Grecia tumbó el texto y Dijsselbloem dio por terminada la reunión. Desde Atenas calificaron de «absurda e inaceptable» la propuesta del Eurogrupo, que exigía al nuevo Gobierno griego solicitar una prórroga del actual programa «con cierta flexibilidad» en las condiciones.

«Rechazamos el acuerdo porque creemos que el programa es parte del problema y no la solución», aseguró Varufakis antes de criticar que no se hiciese referencia a la crisis humanitaria que han provocado en su país las medidas de austeridad vigentes. La vaguedad de los términos fue otro motivo de discusión: «¿A qué se refieren con flexibilidad? ¿Cuánto quieren recortar las pensiones? ¿Un quince, veinte o treinta por ciento?», preguntó indignado el griego.

En medio del pulso político sigue creciendo la incertidumbre. El viernes termina el plazo para que Grecia decida si acepta las condiciones impuestas: «Depende de las autoridades griegas si quieren o no esta oferta. Son las que deben dar el siguiente paso y decidir si solicitan o no la ampliación con compromisos de que cumplirán lo pactado», zanjó Dijsselbloem después de tender la emboscada a su homólogo griego. Este reconoció que no su país no cuenta con un plan B. Si el acuerdo no llega antes del viernes, Grecia se vería obligada a sobrevivir con la única ayuda que el Banco Central Europeo le pudiese prestar a partir del uno de marzo. Sin programa, no hay fondos.  

Con todo, más allá de las posturas desafiantes de unos y otros, Varufakis confía en que habrá un acuerdo esta semana: «No me cabe duda de que tendremos un acuerdo honorable y terapéutico para Grecia que será beneficioso para Europa en los próximos días», aseguró antes de criticar las formas con las que el Eurogrupo está presionando a Atenas.

«Los ultimátums no han llevado a Europa a nada bueno», dijo el ministro griego.