Obama propone una nueva tasa para el capital en el extranjero

Victoria toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

YURI GRIPAS | REUTERS

Podría ser un punto de encuentro con los republicanos, que hace un año presentaron en el Congreso una medida similar

02 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Barack Obama propondrá hoy en el presupuesto que presentará al Congreso para el año fiscal 2016 un nuevo impuesto que gravará los capitales de las empresas estadounidenses en el extranjero con un 14 %, un tributo que deberán pagar una sola vez, y no anualmente. El que multitud de compañías obtengan sus beneficios en otros países o incluso saquen lo que ganan en Estados Unidos fuera de sus fronteras sin pagar impuestos ha sido denunciada con frecuencia por la Casa Blanca.

El Gobierno calcula que las compañías norteamericanas acumulan en esas condiciones algo más de dos billones de dólares, con lo que con este impuesto único podría recaudar 238.000 millones, cuyo destino Obama ya anunció: se emplearían en la mejora de las infraestructuras, sobre todo carreteras y autopistas. La propuesta también aclara que esos beneficios se gravarán independientemente de que se repatríen o no. Pero, una vez pagado el tributo, las empresas serán libres de retornar el capital para invertirlo sin pagar nuevas tasas.

Otra propuesta es que, a partir del próximo año fiscal, las sociedades paguen un 19 % sobre los beneficios que obtengan en el extranjero. Estas maniobras tienen como intención evitar la evasión fiscal a lugares como Bahamas o Irlanda, donde el impuesto de sociedades es casi inexistente. Muchas grandes compañías, como Microsoft, Google o Apple, realizan prácticas de este tipo.

 

Una propuesta para el acuerdo

Esas dos propuestas, filtradas ayer por la Casa Blanca, se incluyen en el presupuesto que Obama presentará hoy al Congreso de su país. Este presupuesto se va a encontrar con la oposición de los republicanos porque en él Obama descarta lo que en EE.UU. se conoce como el secuestro fiscal, es decir, la rebaja considerable en los fondos que se aprueban para los gastos del Estado y que se introdujo como condición de los republicanos a la aprobación de los dos últimos presupuestos. La intención que perseguían con ese secuestro era la de reducir el déficit.

Obama cree que los tiempos de apretarse el cinturón han llegado a su fin y el nuevo presupuesto es reflejo de ello. Pero los republicanos quieren seguir restringiendo gastos. La única cuestión en la que los dos partidos están de acuerdo es en la necesidad de una reforma fiscal. El año pasado, los republicanos de la Cámara de Representantes propusieron un impuesto similar, aunque mucho más reducido. Todo indica que la pretensión del presidente es dar una cifra a partir de la cual alcanzar un acuerdo.

Un pacto que, si sale, será de los pocos que alcance la Casa Blanca en un momento en el que el resto de las leyes se dan de bruces con los conservadores.