El currículo del nuevo presidente, el primero de origen siciliano, es intachable: católico practicante, luchador contra la mafia que asesinó a su hermano Piersanti en 1980 cuando era presidente de la región siciliana, capaz de dimitir de ministro en protesta por las concesiones televisivas a Berlusconi en 1990, artífice de una ley electoral ahora añorada, fundador del PD y actual juez del Tribunal Constitucional. Un hombre íntegro y sobrio, con un perfil político impecable y del que el martes, durante el acto de investidura, conoceremos el programa.
Un triunfo para Renzi que era consciente de que un candidato así no podía ser rechazado y ha dejado fuera de la elección a Berlusconi, que esperaba que tras el acuerdo para llevar adelante las reformas constitucionales, el llamado pacto del Nazareno, en referencia a la calle donde está la sede del PD, también en este tema contase su opinión. La propuesta de Renzi lo dejó descolocado y consciente de su papel marginal, acrecentado más tarde por el gran número de votos obtenido por Mattarella sin necesidad del apoyo de Forza Italia. Como primera consecuencia, dentro de su partido las voces contrarias al exCavaliere se hacen sentir cada vez con más fuerza.