EE.UU. y Cuba inician esta semana el diálogo para entablar relaciones

victoria toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Obama no quiere que el proceso de normalización pierda velocidad

18 ene 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

La adjunta del Departamento de Estado para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, hará historia el próximo jueves. La veterana funcionaria viajará a Cuba para comenzar las conversaciones entre su Gobierno y el de Raúl Castro con vistas a entablar relaciones diplomáticas. Tras 53 años de tensión y enfrentamientos, el viaje de Jacobson a La Habana es visto como un símbolo del nuevo rumbo que han adquirido las relaciones entre los dos países.

Desde que los presidentes de los dos Estados anunciaron el pasado 17 de diciembre que restablecerían las relaciones, todo ha ido muy rápido. Obama encontró oposición en su país, una resistencia que en su mayor parte se debe a la influencia que los cubanos exiliados en Miami tienen todavía dentro del Partido Republicano. A pesar de ello, no ha cedido a las críticas y ha tomado medidas, como levantar las restricciones de viajar a la isla, que demuestran que no tiene intención de doblegarse, sino que está dispuesto a que el proceso de normalización no pierda velocidad.

Las reuniones de las dos delegaciones esta semana en La Habana tendrán dos partes. El miércoles funcionarios de ambos Gobiernos avanzarán en acuerdos migratorios y el jueves será el día central, cuando Roberta Jacobson se reunirá con Josefina Vidal, la directora general para EE.UU. del Gobierno cubano. Las dos representantes negociarán la forma en que sus países van a establecer de nuevo relaciones.

Antes de emprender el viaje, Jacobson ha explicado en Washington que la primera intención de su Gobierno es abrir la embajada en La Habana. Para ello, según dijo, no hace falta ningún tratado sino que bastará con un simple intercambio de cartas entre los dos Gobiernos. Jacobson le quitó importancia a la amenaza de los republicanos, que tienen la mayoría en el Congreso, de no aprobar el nombramiento de embajador de su país en La Habana, y aseguró que por el momento la prioridad es poner la legación en marcha. Así que todo indica que la intención de Obama es volver a ignorar la oposición de la derecha y llevar las cosas tan lejos como le permita la ley.

Guantánamo

Según Colpisa, en el tira y afloja hay muchos puntos que negociar. Cuba quiere que EE.UU. retire su nombre de la lista de países que patrocinan el terrorismo en el mundo, para lo que se necesita una revisión que Washington dice estar llevando a cabo. El resultado de eses análisis de los últimos seis meses tendrá que pasar por el Congreso, pero a modo informativo. No habrá necesidad de que este lo apruebe, pero sí ralentizará la decisión. EE.UU, por su parte, quiere vender a los congresistas que la nueva sede diplomática, que previsiblemente ocupará las actuales oficinas de la Sección de Intereses, será un punto de encuentro para la disidencia. Jacobson dirá a su contraparte cubana que el Gobierno de EE.UU. quiere hacer en esa embajada «lo que en cualquier otro lugar del mundo», lo cual implica «hablar con diferentes personas de la sociedad cubana».

En la columna de las discordias está la base naval de Guantánamo, que los cubanos reclaman, así como las indemnizaciones para las 5.911 compañías estadounidenses que fueron nacionalizas en 1960 o el final de la política de tierra seca que se practica desde 1995.