El mundo llega a Cuba en un «paquete»

Natasha Vázquez LA HABANA

INTERNACIONAL

Los últimos estrenos en cine y series, libros, juegos, aplicaciones y hasta revistas del corazón se reciben en la isla en cedés o lápices de memoria

22 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada semana, buena parte de los hogares cubanos esperan un peculiar «paquete», que a pesar de sus pequeño tamaño, siempre contiene algo a gusto de cada miembro de la familia. En un pen drive se almacena una completa selección de novedades, que van desde los últimos estrenos cinematográficos, las series más recientes, documentales, musicales, programas de participación, páginas de Internet, libros, juegos y aplicaciones para el ordenador, y hasta revistas del corazón. Aunque nadie sabe a ciencia cierta de dónde salen los contenidos, esta compilación se comercializa por toda la isla a través de una amplia red de vendedores informales.

El ingenio cubano suple así en parte sus carencias. En un país donde no se puede acceder a la televisión vía satélite o por cable; donde aún la gran mayoría no ha navegado nunca por Internet; donde no se comercializan revistas «de afuera»; y donde WhatsApp, Google Earth o e-book son palabras que suenan a chino, salvo para unos pocos afortunados, es comprensible que algo como el «paquete» se reciba con los brazos abiertos.

No es la primera vez que los cubanos encuentran modos de acceder a ese tipo de contenidos. Los antecesores del «paquete» fueron quizás los bancos de vídeo nacidos en los años 80, que convivieron con las ilegales antenas parabólicas. Pero todas esas variantes han tenido que quitarse el sombrero ante el ya famoso «paquete».

Lo cierto es que por el precio medio -relativamente módico- de 2 cuc (poco menos de dos euros) se obtiene una cantidad tal de contenidos que es imposible de digerir en solo una semana. En el «paquete» pueden convivir armónicamente el peor reguetón y un banal reality show con un concierto de la Sinfónica de Viena, las películas nominadas al Óscar este año o la poesía completa de Mario Benedetti.

El consumo masivo de programas basura y hasta alguno con un matiz crítico con la sociedad cubana (aunque sus distribuidores se guardan de incluir contenidos explícitamente políticos), han hecho saltar las alarmas en varias instituciones gubernamentales, donde se han escuchado criterios divergentes sobre las medidas a tomar.

Una de las voces más lúcidas de las altas instancias del país, Abel Prieto, reflexionó: «Creo que el camino no es por supuesto prohibir el ?paquete?. Ya se sabe lo que pasa cuando prohíbes las cosas», recordó el asesor del Consejo de Estado y exministro de Cultura.

El «paquete» ha lanzado su mayor desafío a la ya maltrecha Televisión Cubana, que a pesar de los esfuerzos por ampliar la programación a cinco canales, ha visto bajar sus índices de audiencia de forma alarmante. Aunque parece haber cierto consenso en que la única manera de contrarrestar este fenómeno es aumentando la calidad de la producción propia, poco se ha hecho hasta ahora.

El tema de la piratería y los derechos de autor de los contenidos del «paquete» se pueden debatir en ciertos círculos intelectuales, pero el ciudadano medio continúa disfrutándolo, ajeno a esa polémica.

En esta sociedad de la información, el «paquete» es para muchos cubanos una ventana abierta al mundo. Confían en que más temprano que tarde se amplíen los accesos a otras vías de comunicación para que se puedan conectar todos a Internet, ver en YouTube lo que les apetezca; informarse directamente tanto por el noticiero nacional como por cadenas internacionales; o poder adquirir en las librerías las últimas novedades. Ese día dejará de existir el célebre «paquete».