Histórica huelga general en Bélgica contra la austeridad

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

El Gobierno prevé recortar 11.000 millones de euros en los serivcios públicos a lo largo de los próximos cinco años

16 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Los belgas se plantaron ayer contra la propuesta de su Gobierno de recortar 11.000 millones de euros en los servicios públicos a lo largo de los próximos cinco años. Lo hicieron secundando de forma masiva una huelga general histórica que bloqueó el país de norte a sur. Los servicios de transporte paralizaron su actividad por completo y ni un solo avión pudo aterrizar durante las 24 horas que duró el parón. Ni rastro de movimiento en los principales centros industriales, hospitales o colegios.

La contestación social pone en serios aprietos al Gobierno de centro derecha liderado por el liberal francófono Charles Michel, que en el poco más de un mes que lleva en el cargo ya ha anunciado una congelación de salarios, subida de impuestos, retraso de la edad de jubilación de 65 a 67 años y recortes sociales para cumplir con la disciplina fiscal que le exige la Comisión Europea. La coalición de Gobierno se tambalea por los continuos roces. Especialmente, tras las declaraciones del líder independentista flamenco de N-VA, Bart de Wever, quien acusó al sindicato FGTB de ser «el brazo armado del Partido Socialista». La actitud de De Wever fue criticada por su socio conservador, Kris Peeters: «Unas declaraciones tan duras no invitan al diálogo».

Los convocantes piden «un reparto más justo de los beneficios» en un país muy benévolo con las grandes fortunas. Los ciudadanos temen cargar con el peso de los ajustes, como les pasó a españoles, portugueses y griegos. Si no se flexibiliza la propuesta, amenazan con más paros en enero.   

«Es inevitable»

Michel y sus socios de Gobierno se escudan tras un argumento bien conocido en los países del sur: «Es inevitable». El primer ministro deberá negociar a dos bandas: por un lado, más flexibilidad a Bruselas y por otro, calmar la cólera ciudadana para que no convierta su legislatura en una pesadilla.