De forma más genérica, Obama afirmó haber intercambiado puntos de vista con Xi acerca de los derechos humanos, mientras el presidente chino defendió la evolución en su país en ese aspecto. No hizo tampoco gran hincapié en los conflictos territoriales que China mantiene con los países vecinos, entre ellos con su aliado Japón (con el que EE.UU. mantiene un Tratado de Defensa Bilateral), pero sí felicitó a Xi por su encuentro con el primer ministro nipón, Shinzo Abe, el lunes, tras dos años de tensiones diplomáticas.
Primó, por lo tanto, la aparente sintonía, tras dos extensas reuniones -una más informal ayer y la oficial de hoy- que buscan «mejorar la confianza mutua, estabilizar las relaciones bilaterales y buscar un mapa de cooperación para dar contenido al denominado nuevo tipo de relaciones entre potencias», explicó Cheng Xiaohe. Cheng, director adjunto del Centro Estratégico de Estudios Internacionales de China de la Universidad de Renmin, considera que «ambos han intentado forjar un área de entendimiento común y restar importancia a sus desacuerdos». «Creo que es justo decir que hay diferencias entre Estados Unidos y China en varios asuntos», admitió Obama, quien, tras haber sido desacreditado por la prensa oficial china por su fracaso electoral, se definió como «un creyente en las acciones y no en las palabras». «Y es un hecho que, cuando trabajamos juntos, es bueno para Estados Unidos, es bueno para China y es bueno para el resto del mundo».