La Eurocámara podría forzar a Juncker a comparecer por el escándalo Luxleaks

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

La izquierda suma apoyos para presentar una moción de censura

08 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Jean-Claude Juncker sigue sin dar la cara. Le crecen los enanos al nuevo presidente de la Comisión Europea que se niega a comparecer públicamente para explicar por qué mientras estaba al frente del Gobierno luxemburgués ofreció desde el 2002 al 2010 un régimen tributario a la carta a 340 multinacionales que apenas tuvieron que pagar impuestos a las arcas públicas del Gran Ducado.

El ya conocido como escándalo Luxleaks, que reveló el Consorcio de Periodistas de Investigación, está trayendo más cola de lo que Juncker podía esperar. Mientras el conservador se esconde tras su equipo de prensa la indignación crece en la Eurocámara, que podría forzarlo a comparecer la próxima semana. Además, varios grupos de la Izquierda Unitaria están trabajando para presentar una moción de censura conjunta a Juncker. Desde Podemos, su líder, Pablo Iglesias, anticipa que utilizarán «todas las iniciativas y medios institucionales» a su alcance para que «asuma responsabilidades».

El portavoz de prensa de Juncker, Margaritis Schinas, aseguró ayer que el luxemburgués está «comprometido» en la lucha contra la evasión y el fraude fiscal. El griego confirmó que «dará las explicaciones necesarias» ante el Parlamento Europeo si los eurodiputados «adoptan una posición que exprese la de la mayoría». Compromisos muy vagos para la magnitud del problema.

Las valoraciones de los líderes y ministros europeos caen a cuentagotas. Nadie quiere salpicarse por el escándalo. El pacto de silencio es absoluto y todos niegan que supiesen que Luxemburgo llevaba a cabo prácticas fiscales de esa naturaleza, a pesar de que el Gran Ducado es conocido por ser el refugio de grandes compañías y fortunas que aprovechan las ventajas que ofrece ese semiparaíso fiscal. Las filtraciones constatan un secreto a voces.

«Hay que esperar a las conclusiones de la Comisión Europea», afirmó ayer resignado el ministro español de Economía, Luis de Guindos, a la entrada del Consejo Europeo. Su homólogo holandés y presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, trató de aliviar las cargas al luxemburgués: «Son responsabilidad del actual Gobierno también las decisiones adoptadas en el pasado. Juncker es ahora presidente de la Comisión y debe responder a responsabilidades de su cargo».

España investiga la trama

A falta de saber cuántos miles de millones de euros dejaron de ingresar las arcas públicas de los Estados miembros por las prácticas fiscales agresivas de Luxemburgo, De Guindos se mostró ayer «convencido» de que la Agencia Tributaria española ya se encuentra investigando la trama para conocer el impacto real que han podido producir esas prácticas en el país. Además resaltó la importancia de saber si los acuerdos fiscales que firmaba el Gran Ducado con las compañías eran secretos y si pudieron distorsionar la competencia en la UE. No quiso, al igual que sus socios europeos, apuntar con el dedo a Luxemburgo, pero De Guindos calificó de «inadmisibles» esos juegos fiscales que privan de ingresos a otros países.

Mientras el escándalo sigue venciendo poco a poco la resistencia de Juncker, cuya credibilidad y autoridad se han visto mermadas, sus socios europeos tratan de ganar tiempo y mantener la estabilidad del Ejecutivo anunciando que tratarán de coordinar este tipo de actividades para evitar que sean los ciudadanos los que paguen al final de la cadena.