Alemania celebra 24 años de convergencia entre Este y Oeste

úrsula moreno BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Merkel justificó la implicación en Irak durante su discurso conmemorativo

04 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Alemania se celebraba ayer a sí misma. A punto de cumplirse 25 años de la caída del Muro (el 9 de noviembre de 1989), el 3 de octubre es el día en que se selló la reunificación alemana (en 1990, un año después de la apertura de la frontera interalemana). Bajo un sol otoñal y ante un millar de selectos invitados, la canciller Angela Merkel lanzó un mensaje optimista y personalizado: «Todo es posible, eso es algo que he experimentado en persona, al igual que millones de germano-orientales». En Hannover, sede de las celebraciones oficiales (cada año tienen lugar en uno de los 16 Länder), instó a los alemanes a no «desanimarse» en un 2014 marcado «por las epidemias, las guerras y el terror».

Un cuarto de siglo después de la «revolución pacífica», Merkel elogió el valor de miles de compatriotas suyos: «Sin la presión que ejercieron, no habría sido posible la caída del Muro», y es que la reunificación fructificó gracias a las movilizaciones que durante meses protagonizaron en ciudades como Leipzig o Berlín cientos de miles de orientales, y gracias a la labor diplomática del Gobierno de Helmut Kohl.

Hans-Dietrich Genscher, ministro de Exteriores en ese trascendental 1989, viajó pocos días después de sufrir un infarto a la embajada alemana en Praga, donde se habían refugiado cientos de personas en espera de recibir un permiso para viajar a la Alemania Occidental. Lo mismo ocurría en Hungría, Polonia y Checoslovaquia. Cuando Genscher salió al balcón de la embajada, no pudo terminar la célebre frase: «Hemos venido para comunicarles que su salida? (ha sido autorizada)». El júbilo de los presentes no permitió escuchar su débil voz. El gobierno de la RDA había protestado airadamente 20 días antes contra la apertura de la frontera por parte del Gobierno de Hungría. Pero los sucesos de Praga precipitaron las cosas.

Ayer Merkel recordó que aquellas personas decidieron su destino y que desde entonces se han cumplido muchos de los deseos de los ciudadanos de la mal llamada República Democrática Alemana, y que las diferencias son cada vez menores. Aunque, según el último informe anual sobre la reunificación, el este renquea un 30 % detrás de la del oeste, cada vez se habla menos de esas diferencias.

Sobre todo los más jóvenes, los hijos de las generaciones del Muro, consideran que las diferencias hoy día son mayores entre alemanes del norte y del sur que entre Ossis y Wessis, como se denominaba antes a los orientales y occidentales, respectivamente. La mayoría de los alemanes, dijo Merkel, están convencidos de que la reunificación ha traído sobre todo ventajas. Solo entre los más mayores quedan algunos «nostálgicos».

Referencia a Irak

Pero entre tanta nostalgia de aquellos días de «Wind of Change, que inspiraron entonces a los Scorpion, Merkel también hizo alusión a los retos de la actualidad y criticó los ataques que han sufrido refugiados políticos en algunos centros de acogida en Alemania y los recientes capítulos antisemitas.

La mandataria, hija de un pastor protestante que emigró voluntariamente al este de Alemania para «evangelizar» a los ateos, que en la RDA eran legión, apuntó al riesgo que esconde el yihadismo radical: «Tenemos que evitar que jóvenes que crecieron aquí se embarquen en una lucha contra quienes viven o piensan de manera distinta». Merkel recordó que los yihadistas del Estado Islámico amenazan la seguridad de Alemania y que por eso su país ha hecho llegar armas a los peshmergas kurdos de Irak. Una decisión que sabe que no ven con buenos ojos muchos alemanes.

Merkel elogió la «revolución pacífica» que hizo posible la caída del Muro