El avance yihadista en Irak ha obligado a huir a 600.000 civiles

Bagdad / Agencias

INTERNACIONAL

Una familia yazidí, refugiada en un edificio en construcción en la ciudad kurda de Dohuk.
Una familia yazidí, refugiada en un edificio en construcción en la ciudad kurda de Dohuk. AHMAD AL-RUBAYE < / span>AFP< / span>

Los expertos advierten del riesgo de que los bombardeos de EE.UU. acaben movilizando a islamistas de otros países

11 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Los yihadistas del Estado Islámico (EI) ya han obligado a huir de sus hogares a unos 600.000 civiles pertenecientes a minorías étnicas y religiosas del norte de Irak. «Alrededor de 150.000 miembros del grupo shabak, 250.000 turcomanos y 200.000 seguidores del credo yazidí han sido forzados a desplazarse», afirmó en Bagdad Henin al Qedu, diputado de la provincia de Nínive. Ayer, tras varios días de cerco en una montaña de Sinyar sin agua ni comida y soportando temperaturas superiores a 40?, unos 20.000 yazidíes lograron escapar hacia el Kurdistán iraquí y hacia la cercana Siria, gracias a la ayuda militar de los peshmergas (las tropas kurdas).

Una fuente del Gobierno local de Sinyar aseguró que los combatientes del Estado Islámico han ejecutado en los últimos días a cientos de yazidíes por rechazar convertirse al Islam, y unas 500 familias de las aldeas de Jansur, Koya y Hetin se encontraban bajo amenaza de muerte si no abrazaban la fe musulmana en un plazo que expiraba en la tarde de ayer, explicó a Efe Luqman Kuli al Jansuri, redactor jefe del diario local Mahdar. Se calcula que más de 130.000 miembros de la comunidad yazidí refugiados en esa zona permanecen a la espera de recibir la ayuda humanitaria que Estados Unidos y el Reino Unido están ofreciendo desde el aire, ayuda que en muchos casos se estropea cuando impacta contra el suelo.

La situación motivó a la Unión Europea a emitir un comunicado en el que exige una investigación por si la persecución de las minorías y la violación de los derechos humanos constituyen crímenes contra la humanidad. «Tienen que ser investigados rápidamente, de manera que los responsables tengan que rendir cuentas» ante la Justicia, señalaron los Veintiocho.

Sobre el terreno, la ofensiva militar continuó y los peshmergas recuperaron el control efectivo sobre las estratégicas localidades de Gwer y Majmur, mientras Estados Unidos llevó a cabo ayer una cuarta serie de ataques aéreos selectivos con aviones de combate y aparatos no tripulados contra las posiciones de los islamistas en las proximidades de Erbil, capital del Kurdistán, informó el Pentágono.

Avance de los peshmergas

Los yihadistas se están replegando en todos los frentes de la provincia de Nínive ante el avance de los peshmergas, apoyados por la aviación iraquí y estadounidense, para recuperar, ahora, los territorios ocupados en las cercanías de Mosul. Los kurdos respiran algo aliviados y esperan el retroceso de los extremistas tanto en suelo iraquí como sirio, aprovechando el momento para entrenar y formar a hombres y mujeres jóvenes para la lucha armada. Sin embargo, la intervención de Washington podría tener peligrosos efectos secundarios.

Durante dos meses, el Estado Islámico pareció invencible: tras la conquista en junio de Mosul, la segunda ciudad del país, los yihadistas se acercaron peligrosamente a Bagdad, y en dos semanas proclamaron un califato islámico en todo el territorio que dominan en Siria y en Irak.

Pero hace una semana llegó el punto de inflexión, paradójicamente provocado por los propios islamistas en su avance sobre la hasta entonces relativamente segura región autónoma del Kurdistán. Estados Unidos decidió intervenir para proteger esta zona estratégica para ellos, y especialmente Erbil, donde residen diplomáticos y asesores estadounidenses. Después, la aviación llevó a cabo operaciones para proteger a los yazidíes, atacados y refugiados en Sinyar, huyendo de la violencia de los yihadistas. Y fue a raíz de esos ataques que los peshmergas kurdos cosecharon éxitos.

Refuerzos

Los expertos de los servicios secretos alertan de las consecuencias de la operación. El diario The Washington Post publicó, citando a unidades de la lucha contra el terrorismo, que combatientes de las organizaciones Al Qaida en Yemen y en África habrían comenzado a desertar para unirse a las filas del Estado Islámico.

La confrontación directa de Estados Unidos con EI podría incluso reforzar a los yihadistas, porque esa lucha aumenta su fama y mejora su imagen, especialmente si logran victorias.

Charles Lister, del centro Brookings Doha en Qatar, comentó en un mensaje en Twitter que a raíz de los ataques estadounidenses el grupo «ha ganado mucha legitimidad».

Quizá por ese motivo el presidente estadounidense, Barack Obama, ha dejado ya claro que no se dejará arrastrar a una guerra plena con la milicia terrorista. En su mensaje semanal del sábado subrayó que no volverá enviar tropas terrestres a Irak. Su argumento: que Washington no puede solucionar la crisis en Irak militarmente. Por eso exigió la formación de un gobierno en Irak que refleje la pluralidad religiosa y social en el país.

Algo en lo que precisamente fracasaron los políticos de Bagdad en las últimas semanas.