La desolación inunda Holanda. Una madre de Rotterdam imploró ayer directamente al presidente ruso, Vladimir Putin, a través de las cámaras que facilitaralos trabajos para poder repatriar los cuerpos de los muertos. «Señor Putin, traiga a mis hijos a casa» rogó con desesperación esta madre que perdió a su hijo de 23 años, que viajaba a Bali junto a su novia. Para ella imaginar tan solo que los restos de sus seres queridos pueden ser tirados en cualquier lugar le resulta insoportable. «Es una falta de respeto. No tengo palabras», dijo.
La imagen de insurgentes saqueando el lugar y las de los periodistas registrando las maletas de los muertos ha causado una fuerte indignación entre los familiares de las víctimas. Otro vecino de Masstricht, que perdió a un hermano, de 54 años, que iba con su novia, mostró también su dolor: «No podemos hacer absolutamente nada. Tardarán al menos seis semanas antes de que regresen. Entonces podremos pensar en enterrarlos o en hacer una ceremonia de despedida».
Mientras no regresen no podrán comenzar el duelo. «Las disputas por los cadéveres no ayudan y es profundamente irrespetuoso», explicó Harry Crielaars, que trabaja con las personas afectadas. Para superar la pérdida, explicó, es precisa una explicación, que no tenga sombras.