El presidente alemán se opone a los recortes a los inmigrantes

Úrsula Moreno BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Afirma que no importa cómo lleguen y que «todos están en casa en Alemania»

23 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Las críticas a la decisión del Gobierno alemán de dar un tajo a la cobertura a los inmigrantes comunitarios que no encuentren trabajo o que lo pierdan no se han hecho esperar. El presidente federal, Joachim Gauck, pidió más comprensión para los que vienen de fuera y recordó que «nuestro país necesita inmigración», una realidad que pocos se atreven a negar ante el imparable declive demográfico que soporta Alemania.

El presidente aprovechó un acto de celebración de los 65 años de la Ley Fundamental Alemana para apuntar que «independientemente de dónde y cómo vengan los inmigrantes, si es en bote por el Mediterráneo o en clase «business» en un avión, como estudiante Erasmus o tras solicitar la reunificación familiar, todos están en casa en Alemania». Gauck relató con pelos y señales los problemas que acompañan a la inmigración, entre los que citó la criminalidad juvenil, la homofobia y los fracasos escolares, y apuntó que «ser abierto requiere un gran esfuerzo».

Aunque el presidente en Alemania no tiene otra función que la estrictamente representativa, se considera que ejerce de apóstol moral de la nación por lo que su discurso está destinado a abrir un debate al máximo nivel..

Gauck no fue el único que salió al paso del proyecto del Gobierno. La raquítica oposición, que en tiempos de gran coalición tiene poco que decir en el Bundestag, acusó ayer a la canciller de subirse a la ola del populismo de derechas. La presidenta de Los Verdes, Simone Peter, hizo el siguiente diagnóstico: «La Unión (de Merkel) apuesta en la recta final de la campaña por adelantar por la derecha a los populistas». A su juicio, la CSU no es la única que hace campaña contra los inmigrantes. La canciller se les ha unido «poniendo en peligro uno de los pilares de la Unión Europea, la libertad de movimiento», denuncia.

La realidad es que la crisis ha disparado el flujo de migrantes que vienen a Alemania. En 2013 la patria de Goethe atrajo a más de un millón de inmigrantes, más que durante los últimos 20 años. Una razón evidente de este ascenso es la crisis que ha hecho estragos en el sur de Europa, convirtiendo a España, según datos de la oficina federal de estadística alemana, Destatis, en el sexto país que más inmigrantes aporta después de Polonia, Rumanía, Italia, Bulgaria y Hungría.

Alemania necesita inmigrantes para afrontar su demografía en retroceso así como su falta de personal cualificado. Para los países con más desempleo, la fortaleza económica de Alemania es una válvula de escape, pero ¿por qué entonces agitar el fantasma populista en este momento? El ejecutivo alemán ultima un proyecto de ley para evitar abusos del sistema social que prevé medidas draconianas como prohibir la entrada en Alemania a aquellos que hayan abusado de las prestaciones sociales.

«La Unión Europea no es una unión social», decía ayer en una entrevista la canciller Angela Merkel intentando justificarse. «No queremos pagar Hartz IV (las ayudas sociales) a aquellos que buscan trabajo en Alemania», añadía. Es cierto que existen casos de abuso. Y es cierto que, según cifras del Ministerio de Trabajo, los extranjeros comunitarios que viven en Alemania percibieron el año pasado 1.700 millones de euros en ayudas. Pero muchos tienen que complementar sus magros ingresos para llegar a fin de mes, exactamente igual que les pasa a muchos alemanes.