Rutte amenazó con sacar a Holanda del euro por la presión de la ultraderecha

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Van Rompuy revela que el país se negó a aceptar más reformas en el año 2012

01 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Los ladridos constantes de la ultraderecha antieuropea de Holanda lograron arrinconar a su primer ministro, el liberal Mark Rutte, en el 2012. En plena crisis del euro y con los euroescépticos clamando por desintegrar la Unión Europea y abandonar a su suerte a los socios en problemas, Rutte se sumó a la cantinela y lanzó un ultimátum a Bruselas: Si la UE seguía alargando la mano e imponía más reformas financieras al país, Holanda abandonaría la divisa única.

La amenaza cogió por sorpresa al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, quien confirmó ayer al rotativo holandés De Volkskrant que el órdago fue lanzado  el 5 de junio del 2012 en una reunión con Rutte celebrada en La Haya. Según Van Rompuy, el líder holandés se negó a aceptar su propuesta de que los países se comprometiesen mediante «contratos individuales» a emprender las reformas que fuesen necesarias para garantizar la estabilidad de la zona euro, más allá de reducir el déficit al 3% y la deuda pública al 60%. Holanda no quería tener que afrontar reformas financieras adicionales ni, mucho menos, ceder el control sobre su política económica a Bruselas.

Rutte se negó, y no fue el único: «Estaban en contra de los contratos, pero no estaban solos. Me sorprendió el nivel de oposición», reconoce Van Rompuy, que esta semana ha presentado en Bruselas su libro Europa en la tormenta. Lecciones y desafíos, con el que se despide de la política comunitaria ya que dejará su puesto tras las elecciones al Parlamento Europeo de finales de mayo próximo.

Pero, ¿por qué fue el líder holandés tan categórico? Las medidas de recorte que emprendieron todos los gobiernos europeos durante la crisis y los sucesivos rescates financieros acrecentaron el descontento social y auparon a los partidos de corte populista. También en Holanda, considerado como uno de los países acreedores de la eurozona. Ese mismo año, Rutte, líder de un partido europeísta, gobernaba en minoría y dependía del apoyo del Partido para la Libertad (PVV), la formación xenófoba que encabeza el populista Geert Wilders, para sacar adelante los presupuestos del 2013. Wilders los impugnó porque el Ejecutivo planteaba un recorte de 15.000 millones de euros  y lo consideraba una «imposición de Bruselas».

Esta situación obligó a Rutte a presentar su dimisión y a organizar nuevas elecciones. La presión de la ultraderecha y el temor de los ciudadanos a tener que pagar la factura de los rescates en el Sur le empujó a plantarse ante sus socios europeos. No quería asumir el coste político que conllevaría ampliar los compromisos y reformas exigidos por la UE.

Aunque Rutte logró deshacerse de la ultraderecha en las últimas elecciones, y gobierna con los socialdemócratas, los sondeos más recientes indican que el mensaje antieuropeísta y xenófobo sigue calando con intensidad entre el electorado holandés. El partido de Wilders se alzaría a día de hoy en primera posición con el 16,5% de los votos en las próximas elecciones europeas, por delante de los socioliberales (15,1%) y los liberales (14,7%).