José Afonso, la voz que convirtió el Grândola en el himno del pueblo

La Voz CARLOS PUNZÓN

INTERNACIONAL

La hija del mítico cantautor y uno de los músicos que grabaron con él la histórica pieza rememoran la figura del icono artístico más reconocible de la revolución y su amor a Galicia y a los gallegos

20 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

A escasos metros del balcón desde el que le cayeron las lágrimas al ser coreado su nombre por las tropas y el pueblo que se dirigía a Lisboa el 25 de abril de 1974, la única tumba cubierta de plantas y con la mínima sombra de un pequeño camelio acoge los restos del autor de la banda sonora de la Revolución portuguesa. «Zeca fue un cometa que pasó por Portugal», dice Helena Afonso, apoyada en la sencilla lápida de cemento en la que solo reza: «José Afonso 1929-1987». «Hasta en el cementerio está en medio de la gente de otras tumbas, como el vivió siempre», advierte la hija del autor de Grândola mientras deposita tres claveles rojos en la tumba 1.606 del centro del camposanto de Setúbal donde accede a rememorar la figura de su padre para Extra Voz.

«Pese a ser muy tímido, era un imán para atraer gente, para juntar grupos con matices ideológicos dispares y hasta a lunáticos. Nuestra casa era un centro de atención, un ir y venir, donde requerían su participación para infinidad de causas. Se empeñó por otros varias veces. No sabía vivir sin estar rodeado, pese a que él era su propio comité central, siempre independiente, siempre solo por dentro», va hilando recuerdos la segunda hija de los cuatro que tuvo Afonso en sus dos matrimonios. «La izquierda le hizo mucho chantaje para incluirlo en sus estrategias, pero él no era político, solo le gustaba estar con la gente», recalca.

A ella las lágrimas solo le asoman en su relato al recordarle el Grândola vila morena coral que el público entonó el año pasado en la Asamblea de la República para interrumpir la intervención del primer ministro, Pedro Passos Coelho, y recordarle que o povo é quem mais ordena. «Fue muy fuerte, una emoción enorme y lo sentí como el verdadero homenaje que Zeca siempre se mereció», acierta a indicar Helena tras recuperar el habla y proseguir en una de las pocas entrevistas que en los últimos años ha concedido. «Ahora, hasta los policías de la GNR la cantan en sus manifestaciones contra los recortes salariales», añade respecto a la pieza que sirvió de señal definitiva para poner en marcha en la madrugada del 25 de abril el golpe de los capitanes.

Saraiva de Carvalho cuenta que un pequeño grupo del Movimiento de las Fuerzas Armadas fue el que eligió la canción de Zeca como señal radiofónica para iniciar la Revolución. Él estaba presente en ese momento en la misma taberna donde ultimaban el golpe los capitanes, pero no le dijeron nada. De hecho, el músico de Aveiro no fue consciente de la simbología del Grândola ni cuando él mismo aguardaba en el Largo do Carmo junto a miles de portugueses a que cayese el viejo régimen amenazado desde la plaza con las tanquetas del capitán Maia.

Helena Afonso reconoce que no era fácil vivir en el santuario en el que se fue convirtiendo la casa familiar, pero admite que era el precio de que su padre «fuese patrimonio de Portugal, de lo mejor que ha tenido este país, un hombre creativo, sensible, capaz de transformar en música problemas que no eran perceptibles para los demás».

Eso sí, la hija de Zeca asegura que él nunca quiso ser un icono, es más, recalca que él fue su mayor crítico, no llegando a vencer el sentimiento de culpabilidad por proceder de la burguesía, hecho que no le evitó verse en graves apuros económicos durante más de media vida.

«Andaba y andaba, cruzábamos por los poblados negros en nuestras etapas en África y no dejaba de tararear, componía andando, tenía la música dentro, aunque nunca supo música», desvela.

Las conexiones musicales ligarían para siempre a Afonso con Galicia. La hija del artista atribuye al gallego Benedicto García más que un papel de simple nexo musical. «Es lo más parecido a mi padre, era uno más de la familia y se merece el reconocimiento que pido para él». «Para Zeca, Portugal y Galicia era lo mismo», continúa Helena, que asegura que los gallegos llevaban siempre la alegría a su casa.

En Santiago su padre cantó Grândola por primera vez en directo, en un recital en 1972 que el artista siempre recordó como uno de los más emotivos de su carrera. En su despedida de Galicia, ya enfermo de la esclerosis lateral amiotrófica que le costó la vida, confesaba a través de una grabación a sus seguidores reunidos en el parque vigués de Castrelos: «Galicia es para mi una especie de patria espiritual. Fue la experiencia más maravillosa. Algo especial. Tal vez, nadie me entendió como Galicia», se le oía en medio de un aplauso atronador.

Francisco Fanhais fue testigo de esa relación de Afonso y Galicia en las numerosas ocasiones que participó en conciertos desde 1968 y «en la guerrilla cultural en la que nos embarcamos». Músico y excura, el presidente de la Asociaçao José Afonso fue una de las cuatro personas que grabó el Grândola original junto al icono de la canción de intervençao portuguesa. Está convencido de que la figura de Afonso crece cada vez más, como ejemplo de compromiso con el país y como canal para expresar el desconcierto colectivo.

«Zeca sentía una alegría interior inmensa cuando la gente cantaba Grândola. Nunca más pudo interpretarla solo tras la Revolución», añade.

El nuevo resurgir de la canción, de los claveles y del recuerdo del golpe de los capitanes tiene hoy un sentido claro para Fanhais. «La degradación de la vida política y social portuguesa es tan grande que las personas se agarran al 25 de abril y a sus elementos como demanda para que algo cambie en el país», dice el músico, que reconoce que nunca como este año ha dado tantos recitales y conferencias sobre la Revolución. Con Afonso participó en las campañas de dinamización cultural impulsadas por los capitanes de Abril, después de sufrir el exilio, serle prohibido ejercer el sacerdocio, dar clases y hasta cantar. «En la Iglesia cada vez son más las voces que denuncian la degradación de Portugal y su pobreza», expresa ya desde fuera de la estructura católica.