Estados Unidos sanciona a siete separatistas crimeos y a una empresa gasista

La Voz AGENCIAS

INTERNACIONAL

Las autoridades de Kiev tienden la mano al sureste rusohablante de Ucrania

11 abr 2014 . Actualizado a las 23:35 h.

El Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha sancionado este viernes a siete crimeos partidarios de la anexión de la península a la Federación Rusa y a una empresa gasista con sede en esta región, Chernomorneftegaz, en la que es la tercera ronda de sanciones desde que comenzó la crisis.

Estados Unidos ha añadido a su lista de sanciones a las autoridades Piotr Zima, Aleksei Chali, Rustam Temirgaliev, Yuri Zherebstov, Mijail Malishev y Valeri Medvedev, considerados «líderes separatistas» por su papel en cargos administrativos, de seguridad o electorales.

Además, también ha incluido al vicepresidente del Parlamento ucraniano Sergei Tsekov, al que Washington acusa de «facilitar el referéndum no autorizado que allanó el camino para la anexión ilegal de Crimea a Rusia».

El Departamento del Tesoro norteamericano considera que estos siete individuos, así como Chernomorneftegaz, han ido en contra «de los procesos democráticos o instituciones de Ucrania» y, con sus acciones, han «amenazado la paz, la seguridad, la estabilidad, la soberanía o la integridad territorial» del país.

También los considera sospechosos de haberse apropiado de fondos públicos correspondientes a Ucrania o a una parte «económicamente significativa» del país, según un comunicado.

El secretario del Tesoro adjunto para Terrorismo e Inteligencia Financiera, David S. Cohen, ha subrayado que «Crimea es territorio ocupado». «Seguiremos imponiendo sanciones a las personas implicadas en las violaciones de la soberanía y la integridad territorial de Ucrania», ha advertido.

Kiev tiende la mano a los manifestantes del sureste

El primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, y varios miembros de su Gobierno, visitaron el viernes Donetsk donde hicieron promesas de diálogo para desactivar la crisis causada por la revuelta de los rusohablantes en las regiones surorientales del país.

Vencido el ultimátum del ministro del Interior, Arsén Avákov, que dio 48 horas a los prorrusos para que desalojaran las dos sedes gubernamentales que ocupan desde hace cinco días en las ciudades de Lugansk y Donetsk, Kiev ha renunciado al discurso de amenazas que no ha hecho más que caldear los ánimos en el sureste ucraniano.

«Solo existe una salida, y es pacífica. Hay que hacer todo lo posible para que estas personas entreguen las armas y abandonen los edificios que han tomado ilegalmente, que no se dediquen a la actividad terrorista y que no pongan en peligro la seguridad de la gente», dijo Yatseniuk a la televisión nacional ucraniana.

Frente a la sede del Gobierno regional de Donetsk, uno de los edificios ocupados por los activistas prorrusos más radicales, cientos de ciudadanos resisten el gélido viento que sopla desde la estepa.

Critican al jefe del Gobierno ucraniano que no quisiera dar la cara ante ellos y subir al escenario como tantas veces hizo en el Maidán, como se conoce la Plaza de la Independencia de Kiev, corazón de la protesta popular que destituyó al presidente Víktor Yanukóvich.

«En Kiev subía todos los días al escenario a echar pestes sobre Yanukóvich, para exigirle que saliera a hablar con la gente, pero aquí prefiere verse con los suyos, con los que nos mandan desde Kiev», dijo a Efe Vladímir, camionero desempleado.

El primer ministro sí se reunió con políticos e importantes empresarios de Donetsk, Lugansk y Járkov, las tres regiones surorientales más sensibles a los aires nacionalistas que soplan aparentemente desde Kiev.

Les aseguró que el ruso, idioma mayoritario en esta zona del país, no perderá su estatus de lengua oficial regional a pesar de la decisión tomada por el Parlamento un día después del derrocamiento de Yanukóvich.

Entonces, tras tres meses de revuelta popular en Kiev, los diputados anularon la ley de 2012 que permitía la coexistencia del ruso con el ucraniano como lenguas oficiales en las regiones rusohablantes, aunque el presidente interino de Ucrania, Alexandr Turchínov, se negó a promulgar la nueva norma.

No pudo evitar, sin embargo, el malestar en todo el sureste ucraniano y en otras zonas del país, como Odessa, donde el ruso predomina sobre el ucraniano.

En cualquier caso, son muchos en Donetsk y Lugansk los que no se conforman con el actual estatus del idioma ruso, incluso reconocido como lengua regional.

«En mi ciudad, de unos 70.000 habitantes, sólo hay dos colegios donde todas las clases se imparten en ruso. Y eso que absolutamente todos somos rusohablantes. Otros veinte colegios, entre ellos al que va mi hija, dan clases en ucraniano», se queja Elena, que ha venido desde Torez, a unos 60 kilómetros de Donetsk.

Su marido Ruslán explica que su hija, que en casa habla sólo en ruso, escribe en su idioma materno pero con alfabeto ucraniano.

Los hombres y mujeres que se concentran en el centro de Donetsk ya no esperan el asalto de las policía, pero refuerzan las barricadas que han levantado alrededor del edificio con alambre de espino y mantienen toda la desconfianza hacia los periodistas y también hacia el Gobierno central.

Alexandr, que se presenta como empresario, no se fía de las promesas de Yatseniuk y recuerda que el primer ministro «ya engañó una vez a Yanukóvich», cuando el 21 de febrero, tras los trágicos disturbios en el centro de Kiev, firmó con el todavía presidente un acuerdo para formar una Gobierno de coalición nacional.

Como remarcó hoy en la reunión con Yatseniuk el oligarca más relevante de esta región minera, Rinan Ajmétov, «la gente quiere que la voz del Donbass (cuenca hullera de Donetsk) sea escuchada», porque a día de hoy siente que Kiev y su elite política les da la espalda.

El magnate, del que dicen que lo controla prácticamente todo en la región, rechazó las proclamas separatistas de algunos manifestantes más radicales y dejó claro que para él «el Donbass es Ucrania».