Tragedia en las puertas de Europa

María Signo Roma

INTERNACIONAL

Italia no consigue frenar la oleada de inmigrantes del norte de África

10 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El mundo a los cuatro vientos Italia

Italia no consigue frenar la oleada de inmigrantes del norte de África

Es un flujo de personas incesante. Son jóvenes, algunos con hijos pequeños, que han recorrido media África, resistido al duro desierto del Sáhara y que cuando llegan a Libia, país en el que florece el negocio de los traficantes de inmigrantes, sienten que casi pueden tocar con sus manos el sueño europeo. Son pocas las millas que separan el país africano de la isla italiana de Lampedusa. Si las condiciones meteorológicas lo permiten, es fácil llegar con una lancha hinchable pagando un pasaje que cuesta en torno a mil euros. Los traficantes libios lo saben y cargan sus barcazas con cientos de personas a las que muchas veces dejan a la deriva en medio del mar, sin provisiones y sin nadie capaz de gobernar la lancha.

La operación Mare Nostrum no ha conseguido frenar el fenómeno y las actuaciones de la Marina italiana se limitan a poner a salvo a aquellos que se encuentran en dificultades en medio del mar. Solo en el mes de enero de este año han llegado a las costas italianas 2.156 extranjeros, con un aumento del 10 % con respecto a enero del pasado año. La gran oleada de nuevos inmigrantes iniciada en la segunda mitad del 2013 no tiene trazas de remitir, tal y como informaba el viceministro del Interior italiano, Filippo Bubbico, a la Comisión de Migración del Consejo de Europa: «Italia ha estado sometida en el 2013 a un incesante y enorme flujo de inmigrantes que vienen de los países del norte de África y del cercano Medio Oriente». Un número tan grande que el país es incapaz de gestionar de manera aceptable, en medio de la indiferencia general, porque tampoco el tema de la inmigración aparece destacado en la actual agenda del Gobierno italiano, más preocupado por otros problemas.

En un primer momento los inmigrantes rescatados en el mar van a los centros de acogida, donde, según la ley, solo pueden estar 96 horas. La realidad es muy distinta y las estancias se prolongan semanas. El centro de acogida de Lampedusa ha protagonizado varias polémicas por su deterioro y por los malos tratos que un inmigrante denunció a través de un vídeo. La protesta fue recogida por el diputado del Partido Democrático Khalid Chaouki, que durante unos días se encerró en el centro en solidaridad con los internos.

En los centros de identificación y expulsión la situación no es mucho mejor. En Italia hay 11 centros de este tipo, con una capacidad total para 1.800 inmigrantes, aunque en estos momentos solo hay disponibilidad para 842 personas, ya que algunos están en fase de reestructuración. Las quejas no son solo por los tiempos interminables de la burocracia italiana, sino también por las condiciones inhumanas que se viven en estos centros, muchos de ellos con graves carencias higiénicas y un gran hacinamiento de personas. Bubbico aseguró que el Ejecutivo está dispuesto a reducir el tiempo máximo de permanencia en estos centros, donde son examinadas también las solicitudes de asilo político. Actualmente se llega a los 18 meses de espera mientras se decide entre la expulsión y el asilo, lo que ha provocado numerosas protestas y revueltas en las últimas semanas. La más llamativa fue la que tuvo lugar en Navidad, cuando diez inmigrantes del centro de acogida de Roma se cosieron la boca y protagonizaron una huelga de hambre.

Un primer paso para agilizar la situación lo ha dado el Senado, que hace pocos días decidió, no sin polémica por parte de la Liga Norte, aprobar el proyecto de ley que elimina el delito de inmigración clandestina, que pasa a ser solo un «ilícito administrativo» que conlleva la expulsión del país, pero sin pasar ante el juez.

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