El silencio de Cristina Fernández desata la inquietud en Argentina

Agustín Bottinelli BUENOS AIRES / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Cristina Fernández, en uno de los pocos actos públicos en los que se dejó ver tras su operación.
Cristina Fernández, en uno de los pocos actos públicos en los que se dejó ver tras su operación. reuters< / span>

La presidenta sufrió un nuevo desmayo el miércoles, mientras operaban a su madre

17 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Hay axiomas políticos que inexorablemente se cumplen y uno de ellos está generando complicaciones en el Gobierno de Argentina: «El silencio del poder genera incertidumbre». La presidenta Cristina Fernández está provocando esta sensación. Su estilo de gobernar, caracterizado por una exposición permanente, con actos y mensajes que inundaban radios y televisiones todos los días, se frenó de golpe y sufrió una mutación tras la intervención quirúrgica a la que fue sometida el 8 de octubre y que la forzó a guardar un prolongado reposo.

Pasado el tiempo de convalencia aconsejado por los médicos, la jefa de Estado siguió sin aparecer en público hasta el 10 de diciembre, cuando presidió un acto por la celebración de los 30 años de democracia. Pero algo no andaba bien. Cristina se mostró demasiado eufórica para su estado. Tan solo ocho días más tarde, al participar en un acto militar por los ascensos en las Fuerzas Armadas, no pronunció el tradicional discurso.

Desde entonces, otra vez el silencio y su reclusión en su casa de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz.

El miércoles la presidenta estuvo en un sanatorio privado durante nueve horas al lado de su madre, Ofelia Wilhelm, que fue sometida a una histerectomía en la que se le pudo extirpar parte o todo el útero. Durante ese tiempo, la mandataria, que estaba en la habitación 410 junto a su madre, sufrió un desmayo. Oficialmente no se difundió ninguna información, pero la noticia circula ya por todo el país.

Los cambios que se han producido en la comunicación del Ejecutivo indican que Cristina estará en silencio algún tiempo más. Su nuevo jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, se encarga ahora todos los días de hablar con los periodistas en la casa de gobierno. Este cambio obedece a que la presidenta ya no será la portavoz de sus propios actos de gobierno. Pese a los esfuerzos de sus ministros, que repiten hasta la saciedad que la presidenta ejerce la plenitud de su poder, y que simplemente prefiere gobernar entre bambalinas, todo parece indicar que las cosas no son tan así.

La prueba son las constantes contradicciones que se producen entre los ministros. Mientras uno anuncia un tema por la mañana, otro lo desmiente por la tarde. «Cuando Cristina estaba en activo esto no sucedía», aseguran desde la oposición.

Otro síntoma que llama la atención es la cantidad de miembros del kirchnerismo, ministros y legisladores, que ya se han propuesto para sucederla tras las elecciones presidenciales de 2015 y que han empezado a actuar como si fueran candidatos.

La propia oposición busca con urgencia pactos para armar fórmulas partidarias y presentar alternativas convincentes de cara al postkirchnerismo.

Estas urgencias a dos años del recambio presidencial explican que algunos analistas se hayan arriesgado a sugerir que Cristina Fernández se retirará antes de terminar su mandato y que hará una convocatoria electoral anticipada.

El martes uno de los portavoces presidenciales anunció que a fin de mes Cristina viajará a la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en La Habana y, de allí a Caracas, para participar en la reunión del Mercosur. Pareció un intento de normalizar la situación pero son muchos los que dudan que estos viajes se vayan a realizar.

En estos momentos, la incertidumbre política sobrevuela la Argentina mientras la solución a los problemas graves del país ha quedado en manos de un gabinete atomizado que parece no tener quien lo coordine.