EE. UU. seguirá espiando a Alemania

Juan Carlos Barrena / Colpisa

INTERNACIONAL

Washington no está dispuesto a renunciar a sus programas de vigilancia pese al pacto de no agresión alcanzado con Berlín

16 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

No se trata ya de decepción, sino de irritación lo que la clase política alemana siente hacia su hasta ahora seguro aliado estadounidense. El Bundestag, el parlamento alemán, constató ayer que el llamado acuerdo No Spy, un documento bilateral para la renuncia al espionaje mutuo no tiene demasiado futuro. Washington y sus diferentes servicios secretos quieren seguir espiando a sus propios aliados como hasta ahora y no están dispuestos a renunciar a ninguna de sus dudosas actividades por mucha fidelidad que les juren sus aliados. Tras el escándalo surgido ya el pasado verano, cuando los documentos publicados por el excolaborador de los servicios secretos norteamericanos Edward Snowden revelaron que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos tenía intervenido hasta el teléfono móvil de la canciller federal, Angela Merkel, Berlín presionó a Washington para la redacción de ese acuerdo de renuncia al espionaje mutuo. La canciller, que en su momento expresó su obligada indignación al conocer que uno de sus móviles se encontraba intervenido, quiere con ese acuerdo acabar de una vez por todas con el debate sobre las actividades de la NSA en Alemania, que le resulta sumamente incómodo y puede obligarle a tomar medidas que no desea. Desde la oposición, el partido de La Izquierda le exige que reaccione igual que lo hizo la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que no dudó en cancelar una visita prevista a la Casa Blanca para ser recibida por Barack Obama cuando se enteró de que también era espiada. Pero también desde las filas conservadoras alemanas reclaman de Merkel una actitud más dura y severa.

El propio coordinador del Gobierno federal para las Relaciones Transatlánticas, el cristianodemócrata Philipp Missfelder, dijo ayer que «a la hora de establecer estándares comunes no deberíamos ceder demasiado ante los estadounidenses». Missfelder teme que las relaciones bilaterales se vean seriamente perjudicadas si no sale adelante el acuerdo No Spy y por ello «exijo que asumamos una postura mas dura». Su correligionario y presidente de la Comisión de Exteriores del Bundestag, Norbert Röttgen, piensa muy parecido y advierte de que el escándalo de la NSA ha abierto una grieta en el entendimiento entre Washington y Berlín. A su juicio, el problema radica en que los estadounidenses «definen la seguridad de manera unilateral», mientras los europeos quieren que se tengan en cuenta las necesidades de seguridad, la confianza entre socios y el derecho a la privacidad de los ciudadanos.

Rentabilidad

Alemania ha enviado ya en dos ocasiones, en julio y octubre, delegaciones oficiales a la Casa Blanca para negociar ese acuerdo y en ambas casos los representantes del Gobierno de Berlín regresaron, tras escuchar siempre buenas palabras, sin nada concreto en la mano. La intransigencia de Washington se ha visto confirmada por el informe del grupo de expertos convocados por Obama para estudiar la reforma de la NSA. Este reconoce que, aunque su programa de espionaje y acumulación de datos de comunicaciones «no ha jugado por el momento un papel relevante a la hora de frustrar cualquier ataque terrorista», sus actividades son necesarias. «Basta con que una vez tenga éxito para que resulte rentable», dijo Michael Morell, miembro del grupo de expertos, para quien el programa de la NSA es ideal «para evitar un ataque devastador contra Estados Unidos».

El Gobierno alemán, entre tanto, sigue esforzándose por la consecución del acuerdo e insiste en que Estados Unidos debe respetar en suelo germano la legislación de este país. «Las conversaciones continúan», dijo el portavoz del Gobierno germano, Steffen Seibert. Mientras la oposición reclama que Merkel suspenda su próximo viaje a Washington, el líder del también gubernamental grupo parlamentario socialdemócrata, Thomas Oppermann, considera que «un fracaso del acuerdo sería inaceptable. Tengo la esperanza de que la visita de la canciller a Estados Unidos ayude a que ese acuerdo se haga realidad». El llamamiento de Oppermann no deja de resultar comprometedor, ya que Angela Merkel está obligada ahora a conseguir de Obama lo que la NSA y otros servicios secretos norteamericanos no están dispuestos a ceder.